sábado, 12 de marzo de 2016

Quien expulsa de casa a su padre, no merece aprecio.

Quiero con esta hacer memoria a quien desmerece mi honra y no aprecio su vida ni su muerte tampoco. De comer le dí cuando no tenía para llevarse a la boca. Siempre le dípara no morir su cuerpo y soportar el no tener aprecio.


Cuando muere la madre, el padre pasa a vivir en la casa de su hijo mayor. Si el hijo mayor está casado, su esposa le deberá el respeto que a su esposo le despensa. Si así no fuera, la esposa no debiera el respeto de su esposo, y éste deberá abandonar la casa en la que fuere deshonrado por haberlo sido su padre. Si así no lo hiciera, la deshonra recibida nunca pudiera ser borrada.

Si es por deshonrado que hubiera de abandonar la esposa, no así lo hiciera con sus hijos, a los que abandonar mayor deshonra sería.

Si sus hijos abandonaran el cuidado de su madre, el padre así lo haría también, pues con ello su honra recuperaría a través del castigo que con tal abandono a su esposa infringiría.

No hay mayor deshonra que expulsar de casa al padre. Pues si este le dio la vida y aquel se la negó a este, no es merecedor de honra, ni tampoco la vida.

¡Hay soledad!, fría y seca, sin color tu muerte advierte cercana y el olvido.


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