Mi bisabuelo materno se llama Alvarin. Sus padres fueron trasladados desde San Claudio, donde eran los pecheros y guardas de la casa cementerio de la familia Díaz-Ordóñez de "el Pedrosu". De allí fueron trasladados a la localidad de El Picu, situada en Pruvia, de Llanera.
Alvarín se casó con mi abuela Dolores y ocuparon como pecheros un caserío situado en la localidad de La Corona, del barrio de Silvota de la parroquia de Lugo del concejo de Llanera.
Allí mis abuelos gestaron y educaron trece hijos (no sé si los convivieron), siendo Marina, la penúltima, mi madre. Allí, mis padres me nacieron; los dos hermanos que me precedieron, José Manuel en La Felguera y Madeleine en Siero. Allí mi hermana gestó y nació a sus dos primeros hijos, Marta Helena y Berta. Son ellas los dos últimos miembros de las familias unidas por el trabajo, en El Pedrosu y vueltas a unir cien años mas tarde por el amor en La Corona.
Muchos días, mas de sesenta años, día a día, he tenido un sueño: dar la mano de todas las personas con las que cohabito en este Mundo y aquellas del Inframundo. Las del Mundo, muchas me la rechazaron a la vez que me atravesaron el hígado con la mano izquierda, o bestial. Sueño con el abrazo de todas las del Inframundo a las que sueño con los brazos abiertos en alto y con los míos ciñéndoles su cintura y mirándoles a los ojos, sorprendidos por mi hábito franciscano y mis pies desnudos en unas alparagatas raídas por los pétreos caminos que sorteo para llegar al Inframundo al que tanto ansío llegar.
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