jueves, 29 de junio de 2017

Jura del Congreso de los Diputados de Madrid



Jura del Congreso de los Diputados de Madrid

En el Congreso de los Diputados del Paseo de los Jerónimos de Madrid,
do juran los hijosdalgo,
le toman la jura a Felipe
por la deslealtad a su  padre.
Se la tomaba el buen Pedro,
ese buen Pedro asturiano,
sobre un cerrojo de hierro
y una ballesta de palo
y con unos evangelios
y un crucifijo en la mano
Las palabras son tan fuertes
que al buen rey ponen espanto: -Villanos te maten, rey,
villanos que no hidalgos, de las Castillas de Valladolid,
que no sean asturianos;
mátente con aguijadas,
no con lanzas ni con dardos;
con cuchillos cachicuernos,
no con puñales dorados;
abarcas traigan calzadas,
que no zapatos con lazo;
con camisones de estopa,
no de holanda ni labrados;
montados vengan en burras,
que no en mulas ni caballos;
traigan las riendas de cuerda,
no de cueros fogueados;
mátente por las aradas,
que no en villas ni en poblado,
y sáquente el corazón
por el siniestro costado si no dices la verdad de lo que te es preguntado:
si tú fuiste o consentiste
en la deslealtad de tu padre.
Las juras eran tan fuertes
que el rey no las ha otorgado.

Allí habló un caballero
que del rey era privado:
- Haced la jura, buen rey,
no tengaís de eso cuidado,
que nunca hubo rey traidor
ni un papa excomulgado.
Jura entonces el buen rey,
que en tal nunca se había hallado; después, habla contra Pedro, malamente y enojado:

- Muy mal me conjuras, Pedro;
Pedro, muy mal me has conjurado;
mas si hoy me tomas la jura,
después besarás mi mano.
- Por besar mano de rey no me tengo por honrado;
porque la besó mi padre
me tengo por afrentado.
- Vete de mis tierras, Pedro, mal caballero probado,

y no vengas más a ellas
desde este día en un año.
- Pláceme - dijo el buen Pedro-, pláceme - dijo - de grado,
por ser la primera cosa
que mandas en tu reinado.
Tú me destierras por uno,
yo me destierro por cuatro.
Ya se partía el buen Pedro
sin al rey besar la mano, con trescientos caballeros, todos eran hijosdalgo;
todos son hombres mancebos, ninguno no había cano;
todos llevan lanza en puño
y el hierro acicalado, y llevan sendas adargas
con borlas de colorado.
Mas no le faltó al buen Pedro
adonde asentar su campo.

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