COMEDIA FAMOSA DE LAS DESGRACIAS
DEL REY DON ALFONSO EL CASTO
Compuesta por el doctor Mira de Amescua
Hablan en ella las personas siguientes
EL REY DON ALFONSO, el Casto MAUREGATO
DOÑA JIMENA, su hermana BERNARDO
EL CONDE DON SANCHO DÍAZ SANCHA, labradora
DOÑA ELVIRA, dama DON GONZALO
DON SUERO VELÁZQUEZ UN CAPITÁN MORO
RAMIRO MOROS de acompañamiento
ORDOÑO DOS CIUDADANOS
ANCELINO DOS CRIADOS
TIBALDO, conde DOS PEREGRINOS
LOA
Queriendo la hermosa Dido
que aquel padre de troyanos
le refiriese la historia
de sus lamentables llantos,
le dice de aquesta suerte:
«Eneas, fuerte y gallardo,
cuéntame, si acaso gustas,
aquel desastre pasado
que entre ti y los griegos hubo».
Él dice: «Quiero contarlo,
con tal que me des silencio».
Concediólo. Yo me espanto
poderlo acabar consigo,
que las mujeres son diablos.
Yo salgo a pedir silencio,
no a los hombres, porque es llano
que tienen de concederlo.
Sólo con mujeres hablo,
que tienen tan largos picos
que pretendiendo gastarlos,
están parlando con tino,
sentadas, corriendo, andando,
en sus casas, en la iglesia,
en el sermón, en los autos,
y aun me dicen que hay algunas
que están durmiendo y hablando.
Y, porque vengo mohíno
de un caso que me han contado,
referiré algunos males
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de los muchos que han causado
para que se eche de ver
que las mujeres son diablos.
Ya saben que la primera
causa de nuestro pecado
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fue mujer, y de mujer
la forma en que la engañaron.
Mil males causó la Cava
a España, pues que duraron
sus reliquias hasta que
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el cielo envió a Pelayo.
Y también los causó Helena
a atenienses y troyanos
y a griegos, pues que dos veces
a dos príncipes la hurtaron.
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La primera a Teseo,
rey de Atenas a quien Castor
y Pólux en campal guerra
de su poder la sacaron;
y la segunda, fue Paris,
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que era hijo del troyano
Príamo, y éste la hurtó
a otro rey, que es Menelao.
Ningún bien causó tampoco
Clitemestra, pues dando
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