Con los piés y las manos nos asimos a una red que no se vé si no miramos.
Piénsese en una red (con estructura natural, o en semiretículo, como Christopher Alexander define). Nos desplazamos asiéndonos a dicha red, a modo a como, si observamos, lo hacen las arañas en su tela.
Los piés no los utilizamos para apoyarnos sino para agarrarnos a la citada red.
Las manos las utilizamos para asirnos a la red citada.
Al asirnos con los piés y las manos nos desplazamos por la red citada.
Cuando las manos y/o los piés tienen una asimetría en su fuerza de asir a la red, podemos apreciar que se ponen en ante-versión. Las palmas y las plantas se aplanan haciendo que cuando pretenden asir o asirse tienen que hacer un mayor recorrido y un mayor esfuerzo, manifestándose tal comportamiempo por temblor. Los piés hacen que titubeemos en la red, no conseguimos asirnos a la red y, echamos carrerillas y caer. Las manos hacen que titubeemos en la red y, echamos carrerillas y nos caen los objetos que confundimos con la red a la que pretendemos asirnos.
¿Cómo minimizar esta pérdida de fuerza (habitualmente lo referimos como temblor)? Antes de intentar asirnos a la red, ponemos en ligera anteversión piés y manos, a la vez que flexionamos ligeramente tobillo y mano, con lo que el primer dedo, el opositor, se aproxima al segundo dedo (índice, o aguja de la brújula indicando al norte de la red)
Las "manos simiescas" describen esto referido.
La rehabilitación del desplazamiento podal y manual, ha de utilizar los dedos y no los talones y eminencias tenares.
Observar los movimientos de los labios, los párpados y los ojos, sin dejar de hacer lo mismo con el olfato, el sabor y el oído.
Otro día anotaremos como nos asimos a la red con estas estructuras y sentidos.
Observar los movimientos de piés, manos, etc. Cuando leemos en silencio en voz y cuando nos escuchan y pretendemos que nos escuchen.
El otro día hablaba del origen de la "protección de datos" Le refería que la intimidad, la privacidad, se manifiesta al ofrecer la dentadura cuando se habla.
Para hablar, para mirar a alguien, hay que tener en flexión el cuello, de tal manera que entre mandíbula y el esternón, ha de haber cuatro dedos. Este hecho nos refiere la distancia que ha de haber entre interlocutores. Para ayudarse se elige la posición bípode o sedesta.
Nota.- Criterios de educación social.
Bueno, nos vamos al mundo gris de los sueños. ¡Arre!, potro negro.
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