A las 5 de la mañana llamo por teléfono: papá, sal de la cama, quiero hablar contigo.
El Ejército de Portugal se ha levantado en armas, me llamó Nunes, se marcha a Évola y me dice que me espera en Badajoz si me necesita. Me llamarán desde Bragança vía Tui.
Si eso sucede te llamarán desde Toulouse, cuando yo esté en camino. Te haces cargo de Francisca y la niña y os marcháis a Biarritz. No se lo digas a nadie, me encargaré de la Nena, ya sabes. No me llames, yo lo haré siempre. Cuidaros. Aquí no se espera ningún movimiento.
Luego supe que ya le habían llamado desde Toulouse.
En junio del año siguiente compré un coche capaz y llevé conmigo a Francisca, Alejandra y mi ahijado Augusto. Entramos por Tui hasta Bragança y, posteriormente hasta Cascais y, tras dos días fuimos a Évola.
Tenía que hacer que mi familia se asomara por la ventana del hotel París a contemplar el ya cercano amanecer del día en el cual iban a vivir.
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