La fascia, el nuevo ‘órgano’ que nos descubrió Gwyneth Paltrow
Se trata de una membrana que recubre los músculos y órganos del cuerpo, donde reside el secreto de un buen porte, además de otras muchas virtudes.
Gwyneth Paltrow no es de esas mujeres que se guardan para ellas solas sus secretos de salud y belleza, muy al contrario es de las que proclama a los cuatro vientos lo que va descubriendo poco a poco para prolongar su juventud. Últimamente la actriz ha centrado su interés en la fascia, algo que ha apodado como el “órgano secreto” y que, según ella ha confesado, trabajar esta parte de la anatomía puede hacer que la longitud de las piernas crezca algunos centímetros, entre otras virtudes como mejorar la postura, el tono muscular o ayudar a liberar la energía.
Para los que no estén familiarizados con esta parte de nuestro cuerpo, la fascia es un sistema de tejido conectivo que envuelve todos los órganos de nuestro cuerpo, desde músculos a tendones o células. Una red que cubre y conecta todas las partes de nuestro organismo. El estudio de la fascia es relativamente reciente porque, aunque se sabía de su existencia, nunca se le había atribuido la importancia que realmente tiene. Antiguamente se pensaba que esta membrana era un órgano más bien pasivo, cuya única función era la de envolver y proteger, pero estudios posteriores han confirmado que es una parte viva compuesta por colágeno, elastina y diferentes células, además de un elevado nivel de agua. Como cuenta el vídeo ¿Qué es la fascia?, disponible en Youtube, ésta es el elemento aglutinador de la estructura corporal, lo que nos mantiene en pie y a cada órgano en su lugar. Sirve de lubricante y permite que los paquetes musculares se deslicen unos sobre otros sin erosionarse, además de transportar desechos, ya que en el tejido fascial están también los conductos linfáticos, que drenan el organismo.
La fascia está poblada de receptores y terminaciones nerviosas que pueden provocar dolor y el 80% de las molestias de espalda, con causa desconocida, pueden tener su respuesta en esta parte de la anatomía. Ángel Villamor es traumatólogo y experto en terapia miofascial –una práctica que consiste en manipular la fascia– de la Clínica Iqtra, en Madrid. Por su consulta, especializada en traumatología, medicina del deporte y fisioterapia, pasan muchos atletas y deportistas que se benefician de esta terapia dirigida a lo que Paltrow llama el “órgano secreto”. Según él, “esta práctica consiste en la estimulación mecánica, a base de presiones mantenidas, para ir tratando que la fascia ceda y recupere su elasticidad, ya que cuando está dañada se vuelve rígida, puede producir dolor y alterar partes del cuerpo que, en principio, no parecen tener relación con la zona dolorida. Pero el estudio de la fascia es el ejemplo palpable de que todo en el organismo está conectado. Por ejemplo, a veces un dolor cervical puede ser causado por una retracción en una zona muy distante, como un pie”.
Según el doctor Villamor la terapia que él practica, además de acabar con muchos dolores y molestias, sirve también para mejorar la calidad del movimiento, el equilibrio, la sincronización, la elasticidad de las fibras y mejorar la postura, aunque no es cierto que pueda alargar las piernas, aunque sea solo unos centímetros. Otro de sus beneficios es que mejora el rendimiento de muchos deportistas, ya que éste no solo depende del desarrollo muscular, sino de otros factores. “A veces liberar y flexibilizar la fascia se traduce en permitir que el músculo haga mejor su trabajo. Es como llevar una camiseta que te queda muy ceñida y que dificulta los movimientos. En algunos casos hay también que practicar la cirugía. Por ejemplo, los pilotos de motociclismo desarrollan el síndrome compartimental crónico del antebrazo, lo ejercitan tanto que se agranda y no cabe en la fascia, por lo que el músculo no recibe suficiente riego sanguíneo. En cuanto abrimos esta membrana, el músculo se libera y recupera su función”.
Las cicatrices de operaciones pueden dañar también a la fascia. “Imagínate que tienes un agujero en una camiseta y le haces un nudo para taparlo”, explica Villamor, “si la prenda no es muy ancha, es probable que empiece a tirar o a apretar por algún lado. Es lo que ocurre con la fascia y esto puede provocar dolor. Liberando y trabajando este tejido desaparecen las molestias”. Pero donde mejores resultados se obtienen con la terapia miofascial, es en los pacientes de la tercera edad. “Generalmente cuando estas personas tienen problemas articulares o musculares se les suele instar a la resignación. Se piensa que es normal a su edad, que es propio de los achaques de la ancianidad. Es cierto que la fascia también envejece, como cualquier otro órgano, pero manipulándola puede conseguirse que recupere parte de su elasticidad y obtener una considerable mejoría”, cuenta este traumatólogo, que recomienda el yoga como el mejor ejercicio para mantener la fascia en su estado óptimo.
El rolfing, una práctica para mejorarla
El rolfing es otra practica destinada a tratar esta funda corporal y fue desarrollada por Ida Rolf en los años 40-50 del siglo XX. Ida nació en 1896 en el Bronx, Nueva York, y formó parte de esa generación de mujeres pioneras en estudiar e ir a la universidad. Se licenció en bioquímica en la Universidad de Columbia y más tarde estudió matemáticas, física y medicina homeopática en Suiza. Durante los años 30 la doctora Rolf se dedicó a buscar soluciones a los problemas de salud de sus seres queridos. Ida no estaba dispuesta a aceptar las limitaciones de la medicina de su tiempo, así que siguió estudiando un gran número de materias que incluían osteopatía, quiropraxia, yoga y el estudio de la conciencia de Korzybski. Todo ello le llevó a desarrollar su propio sistema que llamó de Integración Postural y que más tarde se daría a conocer como rolfing.
Gumersinda Naranjo es una rolfer, estudió en el Rolf Institute of Structural Integration, en Munich, es miembro de la Asociación Española de Rolfing y practica sus enseñanzas en Sevilla. Esta disciplina tiene como objetivo trabajar la fascia, “el órgano del movimiento”, como apunta Gumersinda, mediante movimientos y manipulaciones manuales, para liberarla y que recupere su elasticidad y naturaleza.
“En el rolfing estudiamos una serie de aspectos de nuestros pacientes antes de empezar a trabajar con ellos”, apunta Gumersinda, “vemos el concepto de alineación con respecto a la gravedad, ya que como Ida Rolf apuntó, somos seres bípedos y nos sostenemos en una estructura muy pequeña, nuestros pies, en comparación con el resto del cuerpo. Nuestra postura tiene mucho que decir de nuestra patología y problemas. Observamos también el cuerpo en movimiento, la forma de andar, los apoyos, porque una buena musculatura funciona cuando estamos bien apoyados. A partir de ahí empezamos con las sesiones, que generalmente son diez, y que tratan las diferentes partes del cuerpo”.
Una hora de rolfing es algo que puede ser algo doloroso, porque la fascia esta llena de neurotransmisores y terminaciones nerviosas, pero los beneficios de esta práctica, según Gumersinda, “son buenos en casos de escoliosis, acortamiento de cadenas musculares, dolores crónicos, problemas lumbares y de espalda. La terapia ideada por Ida equilibra también el sistema nervioso simpático y parasimpático, con lo que se consigue una mayor tranquilidad y resistencia al estrés. Normalmente los pacientes se sienten más ágiles, flexibles, con una mejor postura al caminar y ante el mundo. Es una manera de curar la mente a través del cuerpo”.
Desde el punto de vista estético esta profesional apunta a que se mejora el porte, la colocación de los hombros y la verticalidad y ayuda a prevenir la celulitis. “Se habla de las causas hormonales de la piel de naranja, pero también es cierto que la grasa se acumula donde no hay movimiento. Por ejemplo, la típica chepa de bisonte que les sale a las mujeres mayores en la parte posterior del cuello, puede eliminarse con manipulación. Es una grasa dura y dolorosa, que además impide que el cuello se mueva en toda su extensión pero puede disolverse de forma manual”.