La Eurocámara califica como “inaceptable” y “lamentable” el ‘caso Dijsselbloem’
El presidente del Eurogrupo, tras sus insultos a los países del Sur: “Seré aún más cuidadoso en el futuro”
Bruselas
Feo cruce de cartas entre el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, y un Parlamento Europeo que protagoniza una feroz campaña contra el holandés para forzar su renuncia tras sus recientes insultos al Sur. Dijsselbloem ha intentado hoy minimizar sus declaraciones ofensivas, tras acusar a los países periféricos de derrochar el dinero en "alcohol y mujeres" y después pedir rescates. El político holandés se ha defendido una vez más de las múltiples voces que desde hace semanas reclaman su adiós y ha respondido a una carta de 73 eurodiputados (la mayoría del PP europeo) que exigen su dimisión: "Por desgracia, algunas personas se sintieron ofendidas por cómo me expresé. La elección de las palabras es por supuesto una decisión personal. Seré aún más cuidadoso en el futuro ya que mi intención nunca es insultar a nadie", ha expresado en una misiva. Pero la Eurocámara, lejos de aceptar las disculpas, sigue a la caza de Dijsselbloem: su presidente, el italiano Antonio Tajani (PPE), ha considerado hoy "lamentable", "una falta de respeto hacia la institución" e "inaceptable" la negativa de Dijsselbloem a comparecer en el pleno para debatir sobre Grecia, en lo que parecía una emboscada para pedir su cabeza por las citadas declaraciones.
Bruselas
Feo cruce de cartas entre el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, y un Parlamento Europeo que protagoniza una feroz campaña contra el holandés para forzar su renuncia tras sus recientes insultos al Sur. Dijsselbloem ha intentado hoy minimizar sus declaraciones ofensivas, tras acusar a los países periféricos de derrochar el dinero en "alcohol y mujeres" y después pedir rescates. El político holandés se ha defendido una vez más de las múltiples voces que desde hace semanas reclaman su adiós y ha respondido a una carta de 73 eurodiputados (la mayoría del PP europeo) que exigen su dimisión: "Por desgracia, algunas personas se sintieron ofendidas por cómo me expresé. La elección de las palabras es por supuesto una decisión personal. Seré aún más cuidadoso en el futuro ya que mi intención nunca es insultar a nadie", ha expresado en una misiva. Pero la Eurocámara, lejos de aceptar las disculpas, sigue a la caza de Dijsselbloem: su presidente, el italiano Antonio Tajani (PPE), ha considerado hoy "lamentable", "una falta de respeto hacia la institución" e "inaceptable" la negativa de Dijsselbloem a comparecer en el pleno para debatir sobre Grecia, en lo que parecía una emboscada para pedir su cabeza por las citadas declaraciones.
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Tajani, en un solo y durísimo folio, expresa su desazón por el hecho de que Dijsselbloem decidiera a finales de la semana pasada declinar la invitación del Europarlamento para comparecer y explicar la situación de Grecia. "Por segunda vez en dos meses evita comparecer", subraya Tajani, que le hace partícipe de la "decepción" de la cámara y le acusa de "descortesía" en esa carta, a la que ha tenido acceso este diario. Dijsselbloem tiene una excelente coartada: tenía previso cenar hoy jueves con el ministro griego, Euclides Tsakalotos, y con el comisario Pierre Moscovici para desencallar el rescate griego. El Eurogrupo exige reformas fiscales y de pensiones a Atenas, que de nuevo se enfrenta a una situación parecida a la de 2015: puede quedarse sin dinero este verano. La Eurocámara, sin embargo, le reprocha a Dijsselbloem su enésimo desaire después de esas declaraciones plagadas de clichés trasnochados de las que solo se ha disculpado a medias.
La posición del líder del Eurogrupo es más frágil que nunca: ha sido criticado por numerosos responsables políticos de todo el continente; reprobado formalmente por el Parlamento Europeo, donde la petición de su cabeza genera una unanimidad raras veces vista entre todas las fuerzas políticas, y los eurodiputados de su propia familia ideológica, la socialdemócrata, también le piden que renuncie. La legitimidad de su cargo no solo está en entredicho por la salida de tono: Dijsselbloem está en una tesitura muy difícil dado que previsiblemente no repetirá como ministro de Finanzas después de la debacle del laborismo holandés en las elecciones del mes pasado, cuando pasó de 38 a solo 9 escaños. Aunque el hundimiento de su partido no le impide legalmente seguir al frente del Eurogrupo, sí visibilizará aún más su debilidad y una notoria pérdida de peso político.
Hasta el momento Dijsselbloem ha aguantado las embestidas sin hacer el menor amago de dejar su puesto. Todo pese a que el daño que sus palabras al diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung han causado a su propia reputación parece insalvable. En el texto de la carta publicada hoy, Dijsselbloem utiliza un tono conciliador, y niega cualquier insulto a los países del Sur por su mala gestión. "Desde luego, no era lo que pretendía. La crisis ha afectado a sociedades en toda la eurozona con un gran coste social, y la solidaridad ha estado muy justificada". Más allá de la dicotomía Norte-Sur latente en su declaración, Dijsselbloem ha obviado referirse al tono machista de su expresión.
Está por ver si los ríos de tinta y los lamentos por lo que el holandés considera un simple malentendido bastan para sostener a Dijsselbloem al mando de los ministros de Finanzas del euro al menos hasta enero, cuando termina su mandato. La próxima cita del Eurogrupo es este mismo jueves, en La Valeta (Malta). Y el alboroto en la Eurocámara ha provocado cierto desasosiego entre los ministros: Portugal ha pedido también su cese, y España, Italia y Grecia han solicitado abiertamente una disculpa un poco más calvinista por parte de Dijsselbloem, muy sincero en sus declaraciones pero poco elocuente en el siempre difícil arte del mea culpa.
Tajani, en un solo y durísimo folio, expresa su desazón por el hecho de que Dijsselbloem decidiera a finales de la semana pasada declinar la invitación del Europarlamento para comparecer y explicar la situación de Grecia. "Por segunda vez en dos meses evita comparecer", subraya Tajani, que le hace partícipe de la "decepción" de la cámara y le acusa de "descortesía" en esa carta, a la que ha tenido acceso este diario. Dijsselbloem tiene una excelente coartada: tenía previso cenar hoy jueves con el ministro griego, Euclides Tsakalotos, y con el comisario Pierre Moscovici para desencallar el rescate griego. El Eurogrupo exige reformas fiscales y de pensiones a Atenas, que de nuevo se enfrenta a una situación parecida a la de 2015: puede quedarse sin dinero este verano. La Eurocámara, sin embargo, le reprocha a Dijsselbloem su enésimo desaire después de esas declaraciones plagadas de clichés trasnochados de las que solo se ha disculpado a medias.
La posición del líder del Eurogrupo es más frágil que nunca: ha sido criticado por numerosos responsables políticos de todo el continente; reprobado formalmente por el Parlamento Europeo, donde la petición de su cabeza genera una unanimidad raras veces vista entre todas las fuerzas políticas, y los eurodiputados de su propia familia ideológica, la socialdemócrata, también le piden que renuncie. La legitimidad de su cargo no solo está en entredicho por la salida de tono: Dijsselbloem está en una tesitura muy difícil dado que previsiblemente no repetirá como ministro de Finanzas después de la debacle del laborismo holandés en las elecciones del mes pasado, cuando pasó de 38 a solo 9 escaños. Aunque el hundimiento de su partido no le impide legalmente seguir al frente del Eurogrupo, sí visibilizará aún más su debilidad y una notoria pérdida de peso político.
Hasta el momento Dijsselbloem ha aguantado las embestidas sin hacer el menor amago de dejar su puesto. Todo pese a que el daño que sus palabras al diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung han causado a su propia reputación parece insalvable. En el texto de la carta publicada hoy, Dijsselbloem utiliza un tono conciliador, y niega cualquier insulto a los países del Sur por su mala gestión. "Desde luego, no era lo que pretendía. La crisis ha afectado a sociedades en toda la eurozona con un gran coste social, y la solidaridad ha estado muy justificada". Más allá de la dicotomía Norte-Sur latente en su declaración, Dijsselbloem ha obviado referirse al tono machista de su expresión.
Está por ver si los ríos de tinta y los lamentos por lo que el holandés considera un simple malentendido bastan para sostener a Dijsselbloem al mando de los ministros de Finanzas del euro al menos hasta enero, cuando termina su mandato. La próxima cita del Eurogrupo es este mismo jueves, en La Valeta (Malta). Y el alboroto en la Eurocámara ha provocado cierto desasosiego entre los ministros: Portugal ha pedido también su cese, y España, Italia y Grecia han solicitado abiertamente una disculpa un poco más calvinista por parte de Dijsselbloem, muy sincero en sus declaraciones pero poco elocuente en el siempre difícil arte del mea culpa.
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