¡Oh muerte, justa en exceso y que no entiendes de piedad con nadie. Si hubieses sido menos justa, hubieras parecido más ecuánime; equiparas a Gontrodo con las demás, siéndoles ellas inferiores en méritos. Excesivamente justa, perjudicas a aquella a quien más miramiento debes. Sin embargo, ella no muere, sino que mediante tu intervención revive la esperanza, el ornato, el espejo de un linaje, de la patria, de la mujer. No muere Gontrodo, se ausentó; muere esto invisible, ella está oculta. Se incrementaron sus méritos, al abandonar a los hombres y el mundo, al aceptar morir al mundo; con la muerte se deparó a sí misma la vida. Mil y dos veces cien, más cuatro veces seis dan la era.
(era 1224=año 1186)
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