El Ejército no considera familia monoparental a una divorciada con dos hijos
Una soldado de Canarias cuyo exmarido militar está en Ceuta reclama ser tratada como "madre sola"
Madrid
María, de 33 años, es soldado del batallón del Cuartel General de la Brigada Canarias. Está divorciada y tiene dos hijos, una niña de 11 y un niño de siete, con los que convive y sobre los que ejerce en exclusiva, por resolución judicial, la guardia y custodia.
Sin embargo, el Ejército de Tierra no considera que María y sus hijos formen una familia monoparental. Una orden de 2015 define como tal a “la constituida por un solo progenitor con el que convive el hijo nacido o adoptado y que constituye el sustentador único de la familia”.
El exmarido de María también es militar y está destinado en Ceuta por lo que no puede ocuparse de sus hijos, ni atender las múltiples urgencias que requieren dos menores de edad. Pero aporta 300 euros mensuales de pensión alimenticia por lo que, estrictamente, María no es “el sustentador único de la familia”.
Poco importa que el padre no pueda cumplir el régimen de visitas y que tampoco abone los gastos extraordinarios en que incurren los hijos (medicina, material educativo, vestuario), por lo que la soldado ha interpuesto una demanda.
La diferencia entre considerar a María y sus hijos como familia monoparental o no tiene consecuencias prácticas. Como militar con un menor de edad a su cargo, ella ya disfruta de una reducción de jornada de una hora diaria, de 7.30 a 8.30, con el consiguiente recorte del 13% en su exiguo sueldo de soldado (en torno a mil euros mensuales), pero no está exonerada de realizar hasta 36 horas al mes de guardias, servicios y maniobras, durante los cuales debe desatender a sus hijos. Si fuera reconocida como familia monoparental, tendría una exención completa, aunque condicionada siempre a las necesidades del servicio.
Además, el hijo menor de María tiene diagnosticado un trastorno de déficit de atención e hiperactividad que requiere tratamiento farmacológico diario y atención continua. “Debido a que esta es una patología del espectro de la conducta, la presencia de la figura de autoridad en el hogar es imprescindible para su correcto desarrollo”, subraya el informe médico.
Según el abogado de la militar, Antonio Suárez-Valdés, su situación es “crítica” y el desamparo absoluto, ya que no solo no cuenta con el apoyo del padre de sus hijos sino tampoco de ningún pariente, al residir toda su familia en Cádiz.
El Observatorio Militar para la Igualdad se limitó a dictaminar, cuando fue consultado, que, en “caso de tener que nombrarla para la realización de guardias, servicios o maniobras […] es imprescindible que [la decisión] vaya acompañada de una justificación suficientemente exhaustiva, ya que uno de los fines principales […] es permitir la conciliación de la vida personal, familiar y de servicio”. En la práctica, esta recomendación no se cumple y las convocatorias se limitan a remitirse a la normativa sobre reducción de jornada.
La conciliación de la vida familiar y laboral es uno de los problemas más graves a los que se enfrentan los militares, como prueba el que la ministra de Defensa, Margarita Robles, haya convocado para el próximo día 18 un pleno del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas para debatir monográficamente este asunto. La Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME) ha presentado una propuesta para que, a través de la creación de una comisión permanente, se garantice el derecho a la conciliación familiar en los ejércitos en las mismas condiciones que en el resto de la Administración.
El Ministerio de Defesa ya intervino en julio pasado para reconocer una reducción de jornada, en este caso retribuida, a una soldado madre de cuatro hijos, uno de ellos con una enfermedad grave.
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