La batalla del Día Negro y la Virgen de Encinillas, cuyo anuario se celebra el tercer sábado del mes de septiembre, no hay que desconocerla por los asturianos. Y, sobre manera, quienes también hacemos festejo el día 8 de septiembre.
Quienes saben de mi, probablemente me han oído hablar de las mismas. Para a quienes no he tenido oportunidad de transmitirles mi gozo por la historia de España, haré una pequeña nota para hacer grande el pueblo de Asturias y Cantabria, de la inteligencia del príncipe Pelayo de Asturias y del duque Pedro I de Cantabria, iniciando la recuperación de la península Ibérica para gloria del dios trino en nombre de su hijo crucificado, arrebatándosela a los infieles servidores de Mahoma al que consideraban el último Profeta antes del Fin del Mundo y no entender que Jesús Crucificado era el último Profeta.
Este entender nunca se pretendió discutir más que por las armas dejando a Dios que les diera a unos u otros, la razón a través de las armas.
Estos días atrás he traído conversaciones entre el jesuita Copleston y el ateo Russell sobre la naturaleza De Dios.
Sobre la batalla del Dís Negro y la Virgen de Encinillas, odéis consultar con cualquier buscador.
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