No hay dios alguno. Lo que hay es ignorante.
Cuando Moisés baja del monte Sinaí al que subió para hablar con dios (orar, suplicar ante un ser que le ayudara a tomar decisión) se encontró que el pueblo que lo seguía estaba adorando el oro , el dinero; comiendo la mierda que de ellos reconocían por su fetidez.
Moisés aprecia que aquellas gentes no habían sido las elegidas por dios, ni tampoco él había sido elegido entre ellos para conducirles a tierra elegida alguna para que comieran, bebieran y donde manifestar su condición de holgazanes.
Hoy siguen igual, culpan a los demás que no les dan dinero, o mierda para holgazanear. Ellos no han de trabajar sino vivir de las migajas que el amo deja caer para las ratas y los perros.
No hay dios que separe lo inerte, lo vago, de lo vivo, de lo activo.
Lo vivo, lo activo, nace, se separa de lo inactivo, que no nace, que no se separa de lo activo.
Una parte del mundo trabaja y, por ello, libera lo que no le es útil, la mierda. Otra parte del mundo no trabaja y, por ello, no libera nada que le es inútil; no libera mierda, o dinero.
Clama en su desierto estéril, mierda, o dinero.
Emulan al escarabajo estercolero del desierto.
No se les puede decir que trabajen pués no nacen ni mueren; sencillamente, no pasan por la línea de base cero. No saben que para trabajar, para vivir, tienen que descansar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario