Aurora
Reflexiones sobre los prejuicios morales
Friedrich Nietzsche
Primer libro
1
Sensatez a posteriori. - Todas las cosas que viven largamente se embeben paulatinamente de razón hasta tal punto, que su descendencia de la sinrazón se hace inverosímil. ¿No suena paradójico y sacrílego casi todo relato exacto del surgir de un sentimiento? El buen historiador ¿no contradice, en el fondo, constantemente?
2
Prejuicio de los eruditos. - Es un juicio acertado de los eruditos, que los hombres de todos los tiempos creían saberlo que era bueno y malo, elogiable o censurable. Pero es un prejuicio de los eruditos, que hoy lo sabemos mejor que en cualquier otro tiempo.
3
Todo tiene su tiempo. - Cuando el hombre le dio un sexo a todas las cosas, no creyó estar jugando, sino haber tenido una profunda revelación: -la enorme dimensión de este error la ha admitido muy tarde y quizá no por completo hasta ahora.- Del mismo modo, el hombre ha adjudicado a todo lo que existe una relación con la moral, y ha colocado sobre los hombros del mundo un significado ético. Esto tendrá, un día, tanto o tan poco valor como hoy tiene ya la creencia en la masculinidad o la feminidad del sol.
4
Contra la disarmonia soñada de las esferas. - ¡Debemos eliminar toda esa falsa grandiosidad del mundo, porque está contra la justicia, a la que todas las cosas delante dé nuestros ojos tienen derecho! ¡Ypara ello es necesario no pretender ver el mundo más disarmónico de lo que es! ¡Estad agradecidos! - El gran resultado de la humanidad, hasta ahora, es que no necesitamos tener constantemente miedo de los animales salvajes los bárbaros, los dioses y nuestros sueños.
5
El prestidigitador y su contrajuego. - Lo asombroso en la ciencia es opuesto a lo asombroso en el arte del prestidigitador. Porque éste quiere llevarnos a ver una causalidad muy sencilla allí donde, en realidad, actúa una causalidad muy complicada. La ciencia, por el contrario, nos obliga a renunciar a creer en causalidades sencillas precisamente allí donde todo parece tan fácilmente comprensible y nosotros somos las víctimas de la apariencia. Las cosas «más sencillas» son muy complicadas, -¡no acaba uno de asombrarse de ello!
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