Ella estaba en mi.
Él estaba en ella.
Ambos estaban en el otro.
El otro estaba cuando escribía sobre él y ella.
Llegó el día que él me dijo: yo soy de mi, no soy de usted, don Miguel.
Y ella, no es de mi ni de usted. Ella es de sí misma; no hable de ella.
Usted, don Miguel, es de nosotros.
Usted, don Miguel, es nuestra imagen; usted, don Miguel, es nuestra mierda. Sí, aquello creado por nosotros.
Don Miguel, usted solo es imaginado por nosotros, aquellos a los que no se atreve llamarnos personas y, por vergüenza, se refiere a nosotros como personajes.
A las creaturas que su madre sabe decir quién es su padre, se les dice personas por aquel que no duda.
Don Miguel, no se atreve a mirarnos a la cara y, prefiere ignorarnos, antes de reconocer que somos su imsgen, la mierda que abona su laurel.
Si, don Miguel, somos personas. Usted es nuestro personaje; aquí y en Hendaya.
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