En 2014 Courtney Stensrud sufrió un parto prematuro en el Hospital Metodista Infantil de San Antonio, Texas, a consecuencia de una corioamniotitis, una infección del líquido amniótico que le produjo el desgarro de las membranas. Sosteniendo el cuerpecito de apenas 425 gramos de peso de su hija, el doctor Kaashif Ahmad le dio la terrible noticia: la pequeña había nacido demasiado pronto como plantearse su supervivencia
Stensrud solo llevaba 21 semanas y cuatro días de gestación, cuando el criterio pediátrico establece en 22 el mínimo para poder sacar adelante al recién nacido en incubadora. Así se lo hizo saber Ahmad: su recomendación era la de no proceder a la resucitación neonatal - o reanimación de la niña - para dejarla marchar y ahorrar a la familia un sufrimiento innecesario. Tras escuchar al especialista, la madre respondió como haría cualquier otra: suplicándole que lucharan por la vida de su hija.
"Entendía lo que me estaba diciendo, pero algo en mi interior me decía: Ten fe y esperanza. No me importaba que tuviese 21 semanas y cuatro días, no me importaba" - cuenta ahoraStensrud a CNN. "Mientras hablaba, se lo pedí: ¿Lo intentarán? Y dijo que lo haría. Y tres años después, tenemos a nuestra pequeña niña milagro". 
La mujer ha compartido las imágenes de los primeros días pero ha querido mantener algunos detalles en privado, como las fotografías y el nombre de la niña a día de hoy. Se ha decidido a hablar del caso para transmitir esperanza y aportar su experiencia a madres que puedan estar pasando por un caso similar. El equipo del doctor Ahmad por su parte acabe de publicar los resultados del prodigioso desarrollo de la pequeña en la revista Pediatrics
"Cuando la madre nos suplicó que hiciéramos lo que pudiéramos por su hija, pese a no tener razón alguna para creer que el bebé sobreviviría, decidí proceder con una reanimación vigorosa" - describe el especialista en el medio. "Colocamos su cabeza bajo un calentador. Escuchamos que su corazón latía, algo que no nos esperábamos necesariamente. La intubamos y le proporcionamos oxígeno. Su ritmo cardíaco aumentó rápidamente. Pasó del azul al rosa. Empezó a moverse y a respirar".
La pequeña pasó todavía 126 días en el hospital antes de poder marcharse a casa. Estaba en situación de riesgo: las consecuencias de un parto tan prematuro abarcan desde discapacidad visual y auditiva por un desarrollo defectuoso a parálisis cerebral pasando por problemas cognitivos y de desarrollo. Pero según describe su madre: "Si la vieras ahora entre sus compañeros de guardería, no la distinguirías de cualquier otro niño".
A los 24 meses, la edad en la que el equipo pediátrico realizó su informe, la niña apenas mostraba un retraso mínimo en comparación a otros niños de su edad. La respuesta al test Bayley III de desarrollo motor, cognitivo y lingüístico arrojaba resultados propios de un bebé de 20 meses.
"Le gusta todo lo que le gusta a una niña de tres años. Sus muñecas, los cuentos, jugar a las casitas." - explica ahora su madre. Espera que su caso traiga esperanza a otras familias, pero el propio doctor Ahmad recomienda cautela: "Es un caso que puede haber sido excepcional y no aplicar a otros bebés. Tenemos todavía que aprender más al respecto".

Los piececitos de Amilia.Reuters

Amillia, el precendente

Hasta el nacimiento de la hija de Courtney Stenrud, el récord de un nacimiento prematuro lo había batido Amillia Sonja Taylor, nacida en el 24 de octubre de 2007 en el Hospital Baptista Infantil de Miami. Tenía 22 semanas y seis días de gestación. Las imágenes de sus minúsculos piececitos asomando entre los dedos de los médicos dieron la vuelta al mundo. Pesaba tan sólo 284 gramos.
Amillia también salió adelante, y festejó ante los medios su segundo cumpleaños habiendo alcanzado una talla saludable para su edad. Sin embargo, las extremas condiciones de su llegada al mundo sí que supusieron para ella problemas de salud y desarrollo.


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