Para quitarme el miedo salía de mi habitación sin que me oyera nadie. Bajaba hasta el apeadero por el tajo
Al comenzar el camino me seguía a distancia Olga. A midad del tajo, donde estaba un altísimo eucalipto, se unía a nosotros su hijo Whisky, que caminaba ante mi. Al llegar al apeadero, salíamos por la puerta de hierro qie abría su candado. Subíamos por la carretera hSta llegar a la cochera, subiendo a mi habitación, situada al norte de la casa, a través de la escalera oculta.
Los dos perros me precedían y perseguían hasta que me acostaba. Ellos se pasaban la noche sobre la alfombra de mi
Cama.
Por la mañana, tras despertarme ellos se hacían dentro de la casa; Olga tras el portón de entrada y el Whisky en la trasera.
En la carretera, y de madrugada me encontré con ciertos individuos, que no me vieron, y que conducían una camioneta en sentido de La Estación.
En la casa me advertí que, en ocasiones, Marisol (de Somosierra) salía de la habitación del abuelo, y con el dedo me indicaba no decir nada.
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