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«El método finlandés es bueno si se trabaja, se conoce y se sabe aplicar»
Expertos docentes defienden sin fisuras las llamadas metodologías activas como el camino para formar personas autónomas y creativas
Domingo, 4 febrero 2018, 11:38
Son cada vez más las voces en el ámbito educativo que apuestan por cambiar un sistema que no favorece la evolución del alumno. Son cada vez por eso más los docentes que se atreven a dar un paso adelante y aplican métodos ya consolidados en otras escuelas en favor de sus estudiantes.
- Santa Amalia no quiere ser Helsinki
Uno de esos intentos es el proyecto que desarrollan las maestras de Infantil del colegio Amalia de Sajonia, de Santa Amalia. Aunque en este caso la metodología, tras ocho cursos de aplicación, ha motivado numerosas quejas por parte de padres y madresque han pedido a la Consejería de Educación que mejore un método educativo que se aplica también con éxito en otros colegios y países como Finlandia, uno de los referentes mundiales en enseñanza.
«Finlandia educa para la vida y, por eso, su sistema es práctico y funciona, porque su objetivo es formar a personas independientes que sepan resolver sus problemas con creatividad».
Laura Morala es profesora en el Colegio Diocesano San Atón, de Badajoz. Un centro con proyectos comunes con otro finlandés y motivo por el que profesores de uno y otro visitan sus respectivos colegios y ponen en común experiencias educativas.
Uno y otro también, como otros muchos más dentro y fuera de Extremadura, enseñan a sus alumnos a través de las llamadas metodologías activas, nada que ver con un sistema tradicional de enseñanza, todavía el más extendido, en el que el profesor imparte una clase, los alumnos toman notas y luego las memorizan. Metodologías activas hay muchas, pero su denominador común es que persiguen motivar al alumno con una enseñanza práctica en la que no se dan las soluciones sino el camino para alcanzarlas; por tanto, con las que se busca que el alumno reflexione y plantee salidas, muchas veces con trabajos en equipo.
«Por ejemplo, en una clase de Física y Química en Finlandia los alumnos no tienen que memorizar la tabla periódica, sino que la tienen delante para resolver los problemas; hacen muchos, se divierten haciéndolos y de paso aprenden antes y mejor los elementos químicos», explica Laura Morala.
En definitiva, una forma de enseñar de otra manera, más interactiva y motivadora para el alumnado. De ahí el interés por aplicar el sistema práctico finlandés, ya sea a través de una metodología u otra, todas activas en cualquier caso, para que los alumnos, más que conocimientos, adquieran competencias para la vida. Metodologías, por eso, que varían de un centro a otro y también de una etapa a otra. Pero que los expertos aconsejan que se mantengan a lo largo de todas por las que pasa un alumno y con la implicación de la plantilla docente al completo.
«Y antes de aplicar alguna, los profesores nos tenemos que formar bien, analizar las características del centro y del entorno, diseñar un proyecto sólido y bien estudiado», señala Laura Morala.
El Colegio Diocesano ha empezado este curso, de hecho, tras una década de estudio y mucha formación para sus docentes, un nuevo modelo educativo innovador en el conjunto del centro. «Como en Finlandia, por ejemplo, no somos los profesores los que nos cambiamos de aula, sino los alumnos». De tal manera que las clases están preparadas para la materia que se va a impartir en ella, casi siempre de forma más práctica que teórica, con los instrumentos que se necesitan para cada una.
«Esto es algo que se hace en Finlandia, por ejemplo». Aunque no todo se puede trasladar. «Porque España y Finlandia son países y sociedades muy distintos, con niveles socioculturales muy diferentes y con una responsabilidad también que dista mucho en uno y otro país con respecto a la educación de los hijos; en Finlandia la implicación de las familias es absoluta». Y los mejores estudiantes son los que optan por convertirse en profesores. «Aquí son los que van a las facultades de Medicina por lo general». Allí quieren ser maestros, tienen una formación muy completa y su primer contacto con los alumnos es después de haber superado uno o dos años de prácticas impartiendo clase a sus compañeros. El docente es también, por eso, uno de los profesionales mejor valorado socialmente.
«Por eso para que una metodología activa funcione el docente tiene que estar muy bien preparado, y el proyecto a desarrollar, muy bien estudiado, organizado y concretado de forma correcta», afirma Eva Teba Fernández, directora de la empresa 'Educando Consultoría', profesora universitaria y especialista en aprendizaje cooperativo e inteligencias múltiples.
Coincide con Laura Morala en la necesidad de que la metodología educativa se extienda a todo el centro, a las diferentes etapas y con el respaldo del claustro de profesores. «Tiene poco sentido que empiecen niños en Infantil con una metodología activa y que después, cuando lleguen a Primaria, regresen al sistema tradicional», señala Eva Teba. Situación que se da en el colegio Amalia de Sajonia.
«Y además de contar con el respaldo de todos los profesores, antes de poner en marcha nuestro proyecto en el Colegio Diocesano, informamos detalladamente a los alumnos y a sus padres, y les explicamos que se haría una evaluación y que si no daba buen resultado, daríamos marcha atrás; pero la primera evaluación ha puesto de manifiesto que padres, alumnos y profesores estamos encantados», resume Laura Morala.
Mejoras
Según ambas expertas, las críticas en el colegio Amalia de Sajonia pueden deberse a que la aplicación del método no es todo lo correcta que debiera. Aunque defienden el sistema de rincones en vez de aulas, como se está haciendo en este centro, y el que todos los escolares de 3 a 6 años estén mezclados, «porque esto es enriquecedor». Pero para que el método funcione «los rincones tienen que contar con los contenidos fijados para la etapa por el currículum aprobado por la comunidad y se deben plantear a los alumnos propuestas que estimulen el juego».
Y también «es fundamental que las maestras sistematicen la observación del alumno, es decir, que lleven a cabo un sistema de evaluación que permita recoger lo que aprende de verdad cada escolar». Eva Teba asegura que «si el método activo que se elige se aplica bien es maravilloso, porque desde luego lo que no podemos hacer es seguir enseñando como hace 30 años: todos lo mismo y sin fomentar la creatividad ni los talentos individuales».
Quizás porque la aplicación del método en el Amalia de Sajonia no se lleva a cabo con toda la corrección precisa, se han producido no solo quejas por parte de algunas familias, sino que la Inspección educativa ha requerido a la dirección cambios concretos. A través de un escrito, ha solicitado esta semana que se adecúen los objetivos al nivel madurativo del alumnado, que se distribuyan los contenidos a lo largo del curso, que se concreten las actividades que realizan los escolares, que se detalle de forma clara qué metodología se está aplicando, y que se especifiquen también las técnicas de evaluación que se están utilizando para constatar las competencias que están adquiriendo los alumnos.
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