La actitud de matar de hambre a los jubilados tiene un límite, el de la dependencia de los maduros que no han tenido ni tienen trabajo. Estos no matarán por hambre y otras maneras a los viejos mientras no tengan manera de hacerse con las pensiones. Si pueden hacerse con las pensiones los mataran con el objeto de obtener un mayor beneficio.
A los niños, hasta los 25 años se les matará de hambre y con violencia si el maduro no vé manera de que no les aporten dinero.
No es un comportamiento nuevo.
Si el niño no te sirve para aportar riqueza a la familia, lo matas.
Los niños observan que esto es así y, la única solución a su supervivencia es la de robar, hurtar con violencia.
No es que los niños del País Vasco maten a los viejos para beneficio propio. Matan a quien pueden para robar y sportar riqueza a sus padres, obligados por ellos.
No es que los maduros quieran matar a los viejos, son ellos o los viejos.
No es que el hombre quiera matar a la mujer, es él o ella.
No es que la mujer quiera matar a su esposo, es ella o él.
Los viejos que no tienen recursos, sus hijos los echanbfuera de casa para que el frío los mate.
Este es un comportamiento bien conocido por los antropólogos.
Esto es así y seguirá siendo, incluso cuando nuestros elementos constituyentes pasenba formar parte del caldo de la vida del centro de las galaxias.
Se está apreciando con la destrucción de la obediencia a las leyes que nos habíamos impuesto para apagar nuestra propiedad depredadora, o de supervivencia.
Está cercano el momento de la desapsrición de las condiciones climáticas de vida. Progresan quienes niegan el conocimienyo vientífico. Rajoy nos pareció ridículo cuando dijo que no "creía" en el cambio climático. Ahora, cuando lo dijo Trump nos reímos e incluso algunos tomaron la babayada de Trump como refuerzo de la babayada de Rajoy.
Ya no nos queda la creencia en un padre bondadoso, o dios.
Ni siquiera hay hombres y mujeres que den su vida a orar en favor de los hombres pecadores. Han cerrado la comunidad de la Veracruz, han expulsado a las monjas de la comunidad de San Coll para robarles sus propiedades. Hay quienes no hemos querido colaborar con los ladrones.
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