domingo, 20 de agosto de 2017

Una invitación para tí cuando tenía 14 años.

Cuando tenía 14 años caminaba por el bosque y me encontré a una mujer en el claro del bosque, le dije "¿bailamos?". Solo sé que abrió sus brazos, bailamos y no hablamos. Nos separamos. Hasta el día siguiente no supe lo que aquello suponía; mi padre me lo dijo sin haberle preguntado.
No nos hablamos, si lo recuerdas, te invito a leer este libro y comenzamos a conversar.
Con cariño,


Claros del Bosque
María Zambrano


CLAROS DEL BOSQUE
El  claro  del  bosque  es  un centro  en el  que  no siempre  es  posible  entrar;  desde  la linde  se  le  mira  y el  aparecer  de  algunas  huellas  de  animales  no ayuda  a  dar ese  paso. Es otro reino  que  un alma  habita  y guarda.  Algún pájaro  avisa  y llama  a  ir hasta  donde  vaya marcando  su voz. Y  se  la  obedece;  luego  no se  encuentra  nada,  nada  que  no sea  un lugar intacto  que  parece  haberse  abierto  en ese  solo  instante  y que  nunca  más  se  dará  así. No hay que  buscarlo.  No hay  que  buscar.  Es  la  lección  inmediata  de  los  claros  del  bosque:  no hay que  ir a  buscarlos,  ni  tampoco  a  buscar  nada  de  ellos.  Nada  determinado,  prefigurado, consabido. Y  la  analogía  del  claro con  el  templo  puede  desviar la  atención.

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