Tras hacerse sedentario el indivíduo humano miró a la cara del otro y se sentaron para compartir los alimentos que hasta entonces no eran comunes.
Se sentó sobre una roca y extendió las piernas para aliviar sus piés en el fuego que hacía agradable los alimentos putrefactos en su olor, textura y sabor; los alimentos se mezclaron para ingerirlos y cambió su color, forma y el olor que acompañaba al al vaho desprendido.
Ya no se comía sino que se hablaba con aquel con quien compartía.
Tomaba el tizón y le pintaba el animal que comían y como se había cazado.
Surgía la abstracción y el "esparcido" que el artista José Arias ha sabido "cazar" y sintetizar el poeta que dibuja y moldea con sus manos Miguel Mingotes.
Nota.- Los vertidos de José Arias siempre los describí como esparcidos. Primero vierte y luego esparce aprovechando la textura que articula con su abstracción creadora.
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