El genoma del lince desvela una fragilidad de siglos
El felino ibérico tiene la menor diversidad genética de todas las especies amenazadas, según el primer análisis completo de su ADN
El lince ibérico es la especie con menor diversidad genética que se conoce, menos que el orangután de Borneo, el leopardo de las nieves e incluso homínidos extintos como los neandertales. Así lo desvela hoy un equipo de 50 científicos de 10 instituciones de España y otros países que ha secuenciado y analizado el primer genoma completo de esta especie. Su diagnóstico es que el Lynx pardinus sufre una “extrema erosión” en su ADN que ha contribuido decisivamente a que haya sido considerado el felino más amenazado del planeta.
El ADN se ha obtenido de Candiles, un macho del Centro de Cría de La Olivilla, en Jaén. Desde 2010 ha sido padre de 11 crías, muchas de ellas liberadas con la esperanza de recuperar las poblaciones salvajes de este felino. Los científicos han identificado gracias a este ejemplar los 21.257 genes que definen a la especie, un número similar al de los humanos y otros mamíferos. Los investigadores han detectado modificaciones en genes relacionados con la audición, la vista o el olfato que le habrían permitido adaptarse a su entorno y especializarse en una presa como el conejo.
Actualmente sobreviven dos poblaciones salvajes, una en Sierra Morena y otra en Doñana, la más afectada por la falta de riqueza en el ADN. En 2015 había 404 individuos, un aumento esperanzador respecto a los 330 del año anterior. Además. después de años de aislamiento, se ha conseguido que ambas poblaciones se crucen.
Ya no es solo que la falta de riqueza genética potencia la infertilidad y las enfermedades congénitas. Es que además, los genes del lince presentan una abundancia de variantes genéticas “deletéreas [nocivas] que también están perjudicando a la reproducción y la supervivencia”, explica José Godoy, científico de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y director del proyecto. “La selección natural debería hacer que esas variantes fuesen raras, pero en poblaciones pequeñas se vuelven abundantes”, resalta. Esas variantes han propagado la mala calidad del semen, trastornos en los testículos y la epilepsia juvenil, resalta el investigador.
El Lynx pardinus sufre una “extrema erosión” en su ADN que ha contribuido decisivamente a que haya sido considerado el felino más amenazado del planeta
El estudio desvela además que el lince ibérico lleva cientos de años al límite de la desaparición. Los investigadores han comparado el genoma de referencia de Candiles con otros 10 linces ibéricos de las dos subpoblaciones peninsulares y con el de un lince europeo, un felino de mayor talla y más abundante que es considerado su especie “hermana”. Los resultados, publicados hoy enGenome Biology, muestran que ambas especies se separaron hace unos 300.000 años, mucho menos del millón de años que se barajaba hasta ahora, resalta Godoy.
El lince ibérico quedó aislado en la Península por las glaciaciones, que convirtieron los Pirineos en una barrera casi infranqueable. Pero el genoma muestra que los felinos a uno y otro lado siguieron cruzándose esporádicamente hasta hace unos 2.000 años, lo que pudo ser clave para que la especie siga existiendo, gracias al aporte genético.
Desde que se separó del linaje europeo, el lince ibérico pasó por cuatro “cuellos de botella” que dejaron sus números al mínimo, según aclara el estudio. La primera llegó con el aislamiento en la Península y la siguiente por fluctuaciones climáticas, explica Godoy. Hace 300 años sus números se derrumban hasta quedar solo el 10% de los individuos. El último cuello de botella llega en el siglo XX por las epidemias entre los conejos, la presa casi única, la caza legal como alimaña y la destrucción de los hábitats del felino. Según las estimaciones del equipo de Godoy, hace unos 300 años la población pasó de unos 10.000 ejemplares a 1.500. Tras la hecatombe del siglo XX solo quedaron unos 150. Ese número se redujo hasta los 100 en los momentos más críticos, cuando la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza incluyó al lince en el grupo de especies en peligro crítico de extinción. En 2015, gracias en parte al encauzamiento de la cría en cautividad tras el escándalo de las vitaminas fraudulentas, los linces escaparon de esa lista negra.
El nuevo genoma puede contribuir a la aún tímida recuperación de la especie, por ejemplo ayudando a seleccionar los individuos más sanos genéticamente para su reintroducción tras la cría en cautividad. En un movimiento más "controvertido" pero con base científica, como desvela el nuevo estudio, Godoy dice que se podríacruzar al lince ibérico con su hermano europeo para intentar bombear algo de riqueza genética en sus venas.
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