WILLIAM HASELTINE I BIOLÓGO, EMPRENDEDOR Y FILÁNTROPO
“El sitio más peligroso de este planeta es un hospital”
Este empresario, uno de los millonarios de la revolución genómica, se dedica ahora a ofrecer consejo sobre la manera de hacer sostenible la sanidad
William A. Haseltine (San Luis, EE UU, 1944), era uno de los científicos más relevantes durante los años en que se estaba secuenciando el genoma humano. Su talento y su ego estaban a la altura y chocaban con el de otras estrellas del momento como Craig Venter, líder de uno de los primeros proyectos para secuenciar el genoma humano y socio durante mucho tiempo de Haseltine en Human Genome Sciences (HGS), la empresa que fundó en 1992. Cuando pasaron de ser colegas a rivales, Haseltine afirmó que el trabajo de Venter estaba sobrevalorado. La verdadera revolución para la salud humana no llegaría de la genética sino de la genómica.
Más de una década después, durante una entrevista en la pomposa cafetería del Hotel Ritz de Madrid, mantiene su opinión. “La secuenciación del genoma fue un logro científico, no médico”, señala. “La genética es una parte muy pequeña de la salud humana. Ya lo sabíamos. La herencia engloba alrededor del 5% de nuestros problemas de salud. El 95%, casi todo, no está relacionada con la predisposición heredada”.
La genómica ha permitido descubrir nuevos medicamentos, pero sus resultados quizá no han sido tan rentables y efectivos como se esperaba. Haseltine considera que es la herramienta fundamental para lograr nuevos fármacos. “Ahora hay 10 o 15 fármacos en el mercado basados en estudios genómicos y habrá muchos más”, afirma con seguridad adelantándose una y otra vez a responder antes del final de la pregunta. El brillante académico, profesor de la Universidad de Harvard, es además un empresario que rebosa confianza y se hizo millonario gracias a su capacidad para promocionar avances científicos. Este año vendió su piso en la Torre Trump por 14,8 millones de dólares. Haseltine también opina sobre política. Aunque no está relacionado con su venta, considera que la elección del nuevo presidente de EE UU tendrá consecuencias desastrosas para el mundo durante décadas.
Los precios de las farmacéuticas son mucho más elevados de lo que deberían
Ahora, como muchos otros triunfadores de las industrias científicas y tecnológicas, centra sus esfuerzos en la filantropía, en este caso a través de su fundación ACCESS Health International, dedicada a estudiar la forma de hacer accesible la sanidad para todos en todo el mundo. Haseltine visitó Madrid para participar en la XXII reunión del Future trends Forum, el laboratorio de ideas de la Fundación Bankinter dedicado a analizar las tendencias de innovación que nos afectarán en el futuro próximo.
Pregunta. Usted ha sido capaz de compatibilizar el éxito científico y el empresarial. Esto, en Europa, hay quien lo llama mercantilización de la ciencia y no está bien visto.
Respuesta. También es muy común en América. Pero yo siempre miré a la ciencia como una herramienta. Fui adiestrado por ganadores del Nobel y la mayor parte de la gente con la que aprendí utilizan la ciencia por la ciencia. Yo, cuando me di cuenta de que puedes mejorar la salud a través de compañías y productos, fui muy feliz haciéndolo. Creé seis siendo profesor. Ahora crear compañías es algo muy común para los profesores estadounidenses. En Boston no eres nadie si no montas una.
P. ¿Cómo ve la situación del emprendimiento desde la academia en Europa?
R. Europa tiene un par de problemas. El primero es que la gente en las instituciones europeas está demasiado segura. Consiguen un trabajo y lo mantienen para el resto de su vida. Hace años, le explicaba a mi esposa de entonces lo que era la academic tenure (una plaza fija en las universidades estadounidenses). Ella era una mujer de negocios. No entendía nada. ¿Darte un trabajo de por vida?
El otro problema es que, incluso si eres un Nobel, en América compites con los jóvenes por el dinero. Yo estoy en comités que han rechazado peticiones de financiación para ganadores de Nobel. Eso es inconcebible en Europa. En EE UU somos una sociedad muy competitiva y eso tiene ventajas y desventajas. Pero en el caso de conseguir que la gente sea innovadora, piense de forma original y creen nuevas compañías es mejor.
P. ¿Esta situación está detrás de la mayor capacidad de EE UU para llevar al mercado los productos de la investigación?
R. En las instituciones de élite de EE UU no hay un salario garantizado. Yo tenía un puesto fijo, pero tenía que lograr mi propio dinero, todo, y para toda la gente que trabajaba para mí. Y tenía que pagar a la institución el 50% de todo lo que conseguía. Y después ellos me decían cuál era mi salario. Yo tenía que gestionar el trabajo, lograr el dinero, gestionar el dinero y publicitarlo para lograr más dinero. La diferencia entre hacer eso y crear una nueva compañía es casi nula. Los profesores europeos, cuando logran su plaza, tienen el dinero, su investigación y ya. Después, cada cinco o diez años tienen una revisión, pero no necesitan estas habilidades.
P. Pero EE UU produce gran parte de las innovaciones médicas para que la gente viva mejor, pero mucha gente no se beneficia de ello en el propio país, que tiene peores resultados sanitarios que muchos países con menos recursos.
En EE UU somos una sociedad muy competitiva y eso tiene ventajas y desventajas. Pero en el caso de conseguir que la gente sea innovadora, piense de forma original y creen nuevas compañías es mejor
R. En eso trabajo ahora, en acceso a cuidado de salud asequible para todos en el planeta. Todo el mundo merece acceso a una salud asequible. En EE UU no lo tenemos y en la mayor parte de los planetas del mundo, tampoco. Esa es una cuestión de prioridad social, de asignación de recursos, es una cuestión de organización.
Hay una relación entre eso y la investigación. Si estás invirtiendo mucho dinero y no tienes beneficios, no vas a invertir más. Si hablas con mucha gente sobre los costes de la sanidad, con periodistas, por ejemplo, y dices "hemos desarrollado un fármaco fabuloso", ellos me preguntan: ¿esto nos va a costar más? ¿Vas a elevar los costes sanitarios, tú, avaricioso ejecutivo farmacéutico? Y yo puedo decir: Bueno, vamos a intentar reducir los costes globales manteniendo a la gente más sana. ¿No quieres saber de qué va esta nueva medicina? No, queremos saber si va a subir los costes de la sanidad. Ese entorno es muy malo para la innovación. Eso es lo que quise hacer con la fundación. Trabajar de una forma muy sistemática para lograr costes sanitarios más eficientes.
P. Pero hay fármacos, como ha sucedido en España con el caso del fármaco para la hepatitis C, en los que el gasto que supone hace que no sea asumible.
R. Incluso a ese precio elevado es coste efectiva. Lo es, porque tratando a alguien con hepatitis durante su vida es muy caro. El problema es que el coste llega ahora no después. Y hay pocos sistemas sanitarios que se lo puedan permitir. La solución es muy compleja.
P. En ese caso el fármaco cura, pero, ¿qué sucede con algunos fármacos para el cáncer, que solo prolongan la vida meses o semanas?
R. Eso está cambiando. Ha habido una gran revolución en la terapia del cáncer, que es la inmunoterapia. La inmunoterapia en algunos casos puede producir curas reales. Si piensas sobre la terapia del cáncer, al principio estaba la cirugía. El cáncer es muy difícil de extirpar con cirugía. Entonces llegó la radioterapia, luego la quimioterapia, la quimioterapia dirigida y ahora la inmunoterapia. La combinación de todo eso da esperanza de una cura real. Una cura significa que vivirás tanto o casi tanto como habrías vivido, como con el VIH.
Algunas de estas combinaciones son extremadamente caras. Con el tiempo, aprenderemos a ajustar el coste al beneficio. Pero hay otra pregunta importante. ¿Cuánto puede cualquier sociedad permitirse en salud? Estamos a punto de averiguarlo. Ahora la gente vive mucho más. Además, estáis teniendo muy pocos hijos, así que tienes una pirámide demográfica invertida. La gente mayor requiere más tratamientos sanitarios. Si utilizas la misma estrategia que tienes ahora para tratar la enfermedad, te arruinas, y puedes predecir con bastante precisión cuándo sucederá. Una de las cosas que sabemos es que tenemos que cambiar la forma en que distribuimos la salud. Se la tenemos que llevar a la gente a sus casas. En sus comunidades, fuera de los hospitales, en sitios especializados. Y solo como último recurso, en el hospital.
¿Cuánto puede cualquier sociedad permitirse en salud? [...] Estamos en el medio de un escenario desastroso predecible
P. ¿Tendremos que sufrir un desastre antes de decidir cambiar?
R. El desastre ya está sucediendo, pero está pasando lentamente. No reaccionamos bien ante desastres a largo plazo. Reaccionamos a los de corto plazo. Estamos en el medio de un escenario desastroso predecible y está ocurriendo a nuestro alrededor conforme los precios se incrementan año a año. Es algo evidente para cualquiera que piense sobre ello. Está claro lo que sucederá, pero los políticos no quieren pensar sobre ello, la sociedad no está preparada, los sistemas sanitarios no quieren cambiar… Hay una inercia enorme en los sistemas humanos.
P. ¿Los precios de las compañías farmacéuticas son demasiado elevados?
R. Los precios de las farmacéuticas son mucho más elevados de lo que deberían, estoy de acuerdo con eso. Pero el coste en los sistemas de salud es principalmente cómo está gestionado. Si tratas a la gente en hospitales es muy caro. Además, es muy peligroso. El sitio más peligroso de este planeta es un hospital. Es mucho más probable que allí te pongas más enfermo. Un sistema sanitario no debería estar centrado en el hospital sino distribuido. Eso afecta al 90% de los gastos, no el gasto farmacéutico.
Es fácil mirar a las farmacéuticas, porque son compañías privadas ganando dinero. Esos son los malos, tomando nuestro dinero. Ganan más de lo que deberían, estoy de acuerdo, pero eso no es el problema real. Puedes eliminar ese coste y estar igual. Es el 12% o el 14% del coste total del sistema sanitario.
P. En ese modelo de salud distribuida, ¿quién cuidaría de los pacientes?
R. Estarías conectado con tu médico, que sabría lo que te pasa. Luego hay gente que va a tu casa y te cuida, que no son necesariamente médicos aunque lo que hacen está determinado por médicos. Y solo llevas al hospital a gente en situación muy grave.
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