sábado, 31 de diciembre de 2016

Vivir mejor...

Personalmente entiendo que vivir es el resultado de hidratarse, nutrirse y descansar.


Michel Serres: la humanidad progresa adecuadamente

El filósofo francés sostiene en su nuevo libro que el mundo vive su mejor época desde hace 3.000 años



Michel Serres, en Madrid, el pasado junio. AFP


¿Es el hombre un lobo para el hombre? Y en caso afirmativo, ¿supone eso una tragedia? Si lo es, ¿por qué la loba amamantó a Rómulo y a Remo y continúa haciéndolo en el estandarte de la Roma eterna? ¿No será que, en algún momento, hemos interpretado mal conceptos como el lobo, la manada, la defensa común y la solidaridad? Son preguntas que Michel Serres (Agen, Francia, 1930) se hace y nos hace. El viejo profesor de Stanford, conferenciante en La Sorbona y miembro de la Academia de Francia, uno de los grandes pensadores europeos vivos y autor de multitud de ensayos sobre la historia de la filosofía y de la ciencia como El hermafrodita, La leyenda de los ángeles, Génesis, Los cinco sentidos o el ciclo de Hermés, lanza ahora no ya nuevas preguntas, sino unas certezas demoledoras como puñetazos en su nuevo libro, Darwin, Bonaparte et le Samaritain, recientemente publicado en Francia por Le Pommier, el pequeño sello editorial en el que publica desde 1999.
Serres carga de manera recurrente contra Thomas Hobbes y su manía del lobo peligroso y de contemplar, así, únicamente el lado negativo de las cosas. “Por lo que yo sé, los lobos conviven en manadas organizadas de forma coherente y racional y practican la solidaridad entre ellos, y las lobas son unas educadoras formidables”, apunta el ensayista francés en conversación telefónica desde su casa de París.
Al mismo tiempo también arremete contra lo que considera un legado abusivo de aquella máxima de Hegel que hablaba de “la labor de lo negativo”. No tiene problema Michel Serres en tirar del gran archivo de la Historia y reconocer que la Humanidad fue en efecto, durante al menos 3.000 años, un baño de sangre permanente y que sí, que hubo mucha materia para “la labor de lo negativo”. Pero lo que le interesa ahora, y en eso coincide con el autor sueco Johan Norberg y su reciente y muy ruidoso libro Progress: Ten Reasons to Look Forward (Progreso: diez razones para mirar hacia adelante), es subrayar lo contrario: el género humano, en contra de lo predicado a los cuatro vientos por “muchos profesionales del desastre” nunca ha vivido una época tan larga y tan intensa de paz. Y muy especialmente la Europa occidental que, a su juicio, “vive un verdadero paraíso , con una paz que dura ya 70 años, ¡70 años, algo nunca visto desde la guerra de Troya!”.
Interpretaciones como esta le han hecho merecedor de fuertes críticas en Francia, un país todavía marcado a hierro por los atentados yihadistas de París y Niza. Sin embargo, el discurso de Michel Serres acerca del terrorismo es tajante, y apoyado en datos fríos y tercos, no solo en intuiciones filosófico-sociológicas: “Si usted busca en Internet ‘causas de mortalidad en el mundo”, argumenta, “le saldrán las cifras oficiales facilitadas por la Organización Mundial de la Salud. No son datos de Michel Serres, sino de la OMS. Bueno, pues verá usted que la causa menos frecuente de muerte en la actualidad es ‘guerras, violencia y terrorismo’. Muere infinitamente más gente a causa el tabaco y de accidentes de coche. Así que hay una gran contradicción entre el estado real de las cosas y la forma en que lo estamos percibiendo, porque vivimos como si estuviéramos inmersos en un estado de violencia perpetua, pero eso no es real en absoluto”.
Es en la tercera parte de Darwin, Bonaparte et le Samaritain donde Michel Serres mete el dedo en incómodas llagas. Acude a un concepto que soliviantará a los que prefieren establecerse en el desastre histórico como fatalidad: lo que él llama “la edad dulce”. Leamos, página 93: “Lo mismo que hubo tres maneras de entredegollarse –militar, religiosa y económica- lo que yo llamo la edad dulce se declina en tres maneras que tratan sobre la vida y el espíritu: médica, pacífica y digital” (la tercera manera, la digital, el autor la equipara a un “renacimiento de la humanidad a pesar de los abusos que con ella se cometen”, y sostiene que sus efectos en un futuro no muy lejano serán parecidos a los de la invención de la escritura y la imprenta).
Serres no solo insiste en recordar la importancia que la fundación de las instituciones europeas tuvo de cara al establecimiento de un régimen de paz posterior a la Segunda Guerra Mundial: también quiere destacar una y otra vez, sin desmayo, el alud de progreso y avances científicos iniciados con la penicilina y que hoy, “con la química, la biología, la farmacia, la higiene y las políticas sanitarias, la seguridad social y la OMS” han permitido constatar el aumento vertiginoso de la esperanza de vida en todo el mundo y las victorias sucesivas en la lucha contra el dolor de los enfermos.
“Deberíamos escribir”, prosigue, “una verdadera historia del dolor. No nos damos cuenta de verdad de hasta qué punto sufrieron nuestros antepasados y no somos conscientes de todos los medicamentos que tenemos y que nos ayudan a vivir mejor y a combatir el dolor mejor. ¡Pero si el rey Luis XIV tenía los mejores médicos a su alrededor y se pasó la vida chillando de dolor porque tenía una fístula anal incurable! Hoy, eso se arregla con una pequeña intervención quirúrgica y tres días de antibióticos”.
Auschwitz, primero e Hiroshima después constituyeron para él las definitivas bisagras entre el horror y la esperanza. “Con la explosión de Hiroshima”, escribe, “triunfa y a la vez se acaba la edad de la muerte”. Al pilón, pues, con los grandes carniceros de la Historia –héroes para muchos- y bienvenida la era de los científicos y de los médicos que salvan vidas: Pasteur, Fleming, Albert Schweitzer. Michel Serres propone fundir las estatuas de Luis XIV, de Napoleón, de Julio César, de Aquiles, del mariscal Foch… y hacer cacerolas con ellas. Sacar a los grandes héroes de Francia del Panteón de Hombres Ilustres y ponerlos ante un tribunal de crímenes contra la humanidad.
Lo que el autor de Noticias del mundo quiere decir es que la humanidad vive en paz y en progreso a pesar de las evidentes, numerosas y sangrantes excepciones y facturas por pagar. Que Uganda, Botswana, Kenia o Etiopía tienen más esperanza y calidad de vida que hace 25 años a pesar de seguir masacradas por las injusticias. Que la investigación ya sabe cómo combatir enfermedades infecciosas que antes parecían fatales, aunque sigue muriendo gente. Que no hay guerras salvajes/globales en el mundo a pesar de la carnicería de Siria o los atentados yihadistas. Que la Edad Media o la Inquisición eran un poco peor que el siglo XXI. Que pese al paisaje funesto, progresamos adecuadamente. ¿Alguien puede rebatir esto? Sí. Algunos profetas del apocalipsis. Un reciente sondeo de Gallup revelaba que el 81% de los simpatizantes de Donald Trump creen que el mundo ha empeorado en los últimos 50 años.



Locomotora económica:la guerra.

Desviación de inversión sanitaria y vuelta a la militar. Por algo las empresas farmacéuticas pierden valor en USA y las pueden comprar las de la UE. Entiendo que estarán picando las españolas y habrá que rescatarlas por el Estado.

Tramp dice que la OTAN tiene que depender menos de USA.

Una brigada de hierro frente a la amenaza rusa

Estados Unidos prepara su mayor despliegue en Europa desde la Guerra Fría para mostrar su compromiso con la OTAN

Varios soldados preparan un vehículo militar para transportarlo a Europa en Fort Carson (Colorado), el 2 de diciembre. FOTO ANGE DESINOR / VÍDEO NATO CHANNEL Y EL PAÍS
Colorado Springs (Enviada Especial) 
Una veintena de vehículos Bradley de combate, demasiado limpios para haber circulado recientemente, aguarda bajo el frío sol de Colorado. A pocos metros, en una enorme explanada casi al pie de Cheyenne, una de las Montañas Rocosas, el capitán Musk revisa un grupo de coloridos contenedores con material militar. En un par de semanas, los blindados y los inmensos depósitos metálicos estarán en suelo europeo. Como los casi 4.500 soldados estadounidenses procedentes de la base de Fort Carson que se posicionarán desde enero en los países del Este y los bálticos. El despliegue, el mayor de tropas norteamericanas y armamento pesado en Europa desde la Guerra Fría, busca reforzar la región frente al expansionismo ruso y mostrar el compromiso de Washington con sus aliados de la OTAN.
El inicio de su misión coincidirá con la llegada a la Casa Blanca del nuevo presidente, Donald Trump, quien no sólo ha cuestionado la responsabilidad de EEUU hacia la Alianza Atlántica, sino que ha inquietado enormemente a sus socios que lindan con Rusia por su afinidad con el presidente Vladímir Putin. Pero en Fort Carson —donde EL PAÍS ha viajado invitado por la misión estadounidense en la OTAN— ni Musk, con su luminosa sonrisa de muchacho americano, ni sus mandos tuercen el gesto por la postura del republicano. “Nada ha cambiado, el compromiso y el espíritu de las tropas es exactamente el mismo”, afirma, serio, el sargento mayor David Gunn. Su objetivo, apunta el teniente coronel Stephen Capehart, es triple: verificar su competencia para lanzar en Europa una brigada blindada, reforzar la capacidad de trabajar con fuerzas aliadas y “contribuir a la defensa colectiva frente a toda amenaza”.
Y esa amenaza es Rusia. En la jerga militar y de la OTAN dicen que su propósito es “reasegurar” a los socios de la Alianza en la zona, antiguos miembros de la Unión Soviética o países satélites: Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Bulgaria. Pero ‘reasegurar’ quiere decir, básicamente, disuadir al Kremlin de las tentaciones de vulnerar la integridad de cualquiera de esos Estados tras la anexión rusa de Crimea y la guerra en el este de Ucrania, que en febrero cumplirá su tercer aniversario. La misión es también una demostración de fuerza del Ejército estadounidense, que llevará a territorio europeo además de a sus soldados, más de 2.800 vehículos militares —incluidos los ahora adormecidos Bradley, más de 80 tanques y numerosos trailers— y miles de armas de fuego.
En Fort Carson, al tercer batallón de combate de la 4ª brigada de infantería —el asignado a Europa— le toca entrenamiento interior. Y los soldados de la conocida como Brigada de Hierro probablemente lo agradezcan. Son las seis de la mañana y el termómetro no sube de los 12 grados negativos. En el gimnasio, a ritmo de música maquinera, el teniente David Hart levanta pesas. Aun así, su camiseta del Ejército americano está impoluta. “La seguridad europea es nuestra seguridad”, afirma. Espigado y con el pelo muy corto, este especialista en ingeniería de 29 años explica que todo el batallón viajará a Polonia para después desplegarse, por compañías, en el resto de países de la región donde entrenarán junto a las tropas aliadas en los que serán los mayores ejercicios de la historia reciente de la OTAN.
Hart se desplegará en Rumania. La soldado Abrianna Archuleta lo hará en Polonia. Es, a sus 18 años, la más joven de la brigada. Pequeña pero compacta, Archuleta fue campeona de lucha libre en su estado, Nuevo México, antes de alistarse, nada más terminar el instituto. Es especialista en sistemas de datos tácticos y una de las primeras mujeres en el equipo de artillería de primera línea. Quiere ser enfermera. Como sus compañeros, permanecerá nueve meses en su destino, rotatorio. La rotación son la fórmula que ha encontrado la OTAN para sortear la prohibición pactada con Rusia de establecer bases aliadas permanentes en los países del antiguo Pacto de Varsovia. La de Europa del Este es la primera misión de Archuleta. También la primera vez que sale de Estados Unidos. “Estoy muy emocionada”, reconoce con una pequeña sonrisa. No puede dar detalles técnicos de su papel en Polonia, pero apunta que la misión de la Brigada de Hierro, casi centenaria, es “ayudar a mantener la paz”
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Un soldado asegura el equipamiento para viajar a Europa en Fort Carson. A. DESINOR
El despliegue —dotado con un presupuesto de 3.400 millones de dólares (unos 3.250 millones de euros)— es hasta cierto punto controvertidos. Y no sólo por la postura del presidente electo hacia los países de destino, a quienes amenaza con dejar de defender —como marca el artículo 5 de la Alianza— si no aumentan su presupuesto para Defensa. También hay quien, como el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, ve en el las maniobras una cierta provocación a Rusia. El experto en seguridad Paul R. Gebhard, analista del think tank Atlantic Council, no es de la misma opinión. “¿Cuántos países tiene que invadir Rusia —que ha cambiado sus fronteras varias veces en los últimos años— para ser considerada una amenaza ”, plantea con algo de ironía.
Abrianna Archuleta. M. R. S.,
En Washington, en el Pentágono, el subsecretario de Defensa de EEUU, James Townsend, ya de salida de la Administración, reconoce que tras la invasión de Georgia (en 2008) se subestimó a Rusia. Algo que, incide, no puede volver a pasar. Ante un reducido grupo de periodistas europeos, explica que la nueva misión —como las otras emprendidas en la región— pretende asegurar que “Rusia o cualquier otro” percibe, sin ambages, que los socios de la OTAN se defienden entre sí.
El Pentágono, sin embargo, no tiene datos sobre la opinión de los estadounidenses acerca de una misión en países que muchos no han oído nombrar, en los que no hay guerra y frente a una amenaza que quizá no perciban. En Colorado Springs, una pequeña encuesta a los pocos ciudadanos que caminan bajo la nieve muestra un apoyo abrumador. Aunque la ciudad, una de las más conservadoras del país, reducto fervientemente republicano en un Estado que apoyó a Clinton en las elecciones de noviembre y capital de las iglesias evangélicas, es también sede de cuatro bases militares clave. No por casualidad fue escenario de la película Juegos de guerra.
En Fort Carson, el sargento Matthew Venn, de 31 años, ultima los preparativos para su despliegue. Será la cuarta misión para este pelirrojo de Kansas, después de haber estado en Irak —dos veces—, Afganistán y Kuwait como comandante de tanques. “Nada que ver… Esta vez que no va a una zona de conflicto estoy muy confiada y muchísimo más tranquila. Incluso algo celosa”, bromea a su lado Theresa, su esposa, veterana y ahora profesora de educación especial. La pareja tiene tres hijos, que se afanan en redecorar uno de los árboles de Navidad de la base. Aunque, como los Venn, las familias de los soldados no están inquietas por el despliegue en Europa, el teniente coronel Capehart incide en que no hay diferencia entre las distintas misiones. Como Townsend, para quien ninguna misión es rutinaria: “No están allí para un desfile militar, no son una guarnición, no se han ido de vacaciones. Están allí para combatir si deben, aunque esperamos que no tengan que hacerlo”.

EL SOLDADO DE LA SUERTE VUELVE A CASA

Dimitar Dzherikarov con sus dos hijos. M. R. S.
Dimitar Dzherikarov ganó la ‘green card’ en la lotería. Sí, este búlgaro de 32 años participó en 2014 en el sorteo organizado por el Gobierno de EEUU para obtener la tarjeta de residencia permanente y triunfó. Hoy es ciudadano estadounidense y uno de los soldados que participará en el despliegue de tropas en Europa del Este.
Casado y con dos hijos, Dzherikarov estuvo en el Ejército búlgaro. De hecho, en 2005 se desplegó en Irak con el 5º batallón de infantería. Después, fue policía hasta que viajó a Estados Unidos. Se alistó en la Armada nada más llegar. “Tuve el sentimiento de que quería devolver algo, que quería hacer algo para merecer estar aquí”, remarca.
De alguna manera, vuelve a casa, aunque su destino principal será Rumanía. “Estoy feliz de regresar a Europa, porque sé quién es quién allí. Necesitamos visibilizar nuestras fuerzas y demostrar quienes son nuestros amigos y que estamos allí por ellos”, dice.