La comprensión lingüística se apoya en las imágenes mentales
Dr. Rafael Blanco Menéndez y Dr. Enrique Vera de la Puente*†
* Unidad de Neuropsicología y Neurología de la Conducta- Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)- Oviedo,
Asturias, España
INTRODUCCIÓN
El fenómeno de la representación mental en imágenes visuales (RMIV) ha sido estudiado históricamente desde diferentes perspectivas, incluyendo la Psicología Cognitiva experimental (Perky,1910; Kosslyn, 1980, 1981; Paivio, 1971; Pylyshyn, 1973; Shepard y Cooper, 1982), la Psicología del Desarrollo (Bruner, 1964, Bruner et al., 1966; Piaget e Inhelder, 1966; Laurendeau y Pinard, 1970; Werner y Kaplan, 1963), así como desde el punto de vista de la Neuropsicología (Brain, 1954; Bisiach et al., 1981; Farah, 1985; Riddoch y Humphreys, 1987; Vera de la Puente y Botez, 1987; Vera de la Puente, 1993). Ahora bien, dentro de este campo de estudio resultan posibles múltiples aproximaciones, desde aquellas que se centran en la relación entre la imaginación visual y determinados aspectos de su experiencia subjetiva (Richardson,1977b), hasta los que exploran, por medio de métodos objetivos, determinados parámetros de estos procesos (Barrat, 1953; Paivio, 1971; Sheehan et al. 1983), pasando por aquellos estudios que investigan algunos aspectos de la experiencia imaginativa consciente, tal y como ésta se manifiesta en los procesos oníricos (Hoppe, 1977, 1978; Bakan, 1978; Greenberg y Farah, 1984). No obstante, existen pocos estudios (relativamente) que hayan abordado la cuestión de la relación entre las imágenes mentales y las funciones psicolingüísticas desde una aproximación neuropsicológica, aunque sí desde la Psicología Experimental del pensamiento y de la resolución de problemas, así como desde la perspectiva de la Psicolingüística. De este modo, Rivière (1986) discute la relevancia de los códigos imaginativos en la representación mental, considerando que juegan un papel fundamental en determinadas tareas de razonamiento, dependiendo su empleo, además, de las estrategias que el sujeto pone en práctica en la resolución de problemas, así como del nivel de abstracción que se alcance a lo largo de este proceso. Por otro lado, Bransford y Johnson (1973, en Valle, Cuetos, Igoa y del Viso, 1990) consideran que, en la comprensión del lenguaje entran en juego, habitualmente, diversas clases de información extralingüística, tales como representaciones visuo-espaciales e instrumentales, entre otras. En este contexto, resulta plausible el que en el proceso de comprensión psicolingüística, las imágenes mentales jueguen un papel relevante. Además, De Vega, Díaz y León (1999) analizan diversos aspectos referentes al procesamiento del discurso lingüístico, discutiendo diversos modelos propuestos para explicar el mismo. Al analizar los denominados “modelos de situación” hacen referencia a diversas propiedades de los mismos, entre otras a la de isomorfismo entre las situaciones representadas y las reales, llegando a hablarse, en algunas propuestas de este tipo, de una representación “corporeizada”, en la que los aspectos sensoriomotores y visuo-espaciales tendrían mucha importancia. Por otro lado, Eddy y Glass (1981) demostraron que para la comprensión y verificación de un determinado tipo de frases, el sujeto ha de generar una imagen visual de objetos y relaciones. Estos autores hallaron que el tiempo de verificación de las frases con alto y bajo contenido en imágenes era similar cuando éstas eran presentadas por vía auditiva, mientras era mayor para las frases con alto contenido en imágenes, cuando la información era presentada visualmente, interpretando este fenómeno como dependiente de la interferencia selectiva entre la comprensión y verificación de las frases con alto contenido en imágenes y la lectura, que no se produce con la presentación por vía auditiva, es decir, como un fenómeno de competición entre la RMIV y la percepción visual. A lo largo del presente estudio, empleamos el paradigma experimental de estos autores, analizando la ejecución de varios grupos de sujetos lesionados cerebrales y controles sanos, en una tarea modificada, basada en sus investigaciones.
El fenómeno de la representación mental en imágenes visuales (RMIV) ha sido estudiado históricamente desde diferentes perspectivas, incluyendo la Psicología Cognitiva experimental (Perky,1910; Kosslyn, 1980, 1981; Paivio, 1971; Pylyshyn, 1973; Shepard y Cooper, 1982), la Psicología del Desarrollo (Bruner, 1964, Bruner et al., 1966; Piaget e Inhelder, 1966; Laurendeau y Pinard, 1970; Werner y Kaplan, 1963), así como desde el punto de vista de la Neuropsicología (Brain, 1954; Bisiach et al., 1981; Farah, 1985; Riddoch y Humphreys, 1987; Vera de la Puente y Botez, 1987; Vera de la Puente, 1993). Ahora bien, dentro de este campo de estudio resultan posibles múltiples aproximaciones, desde aquellas que se centran en la relación entre la imaginación visual y determinados aspectos de su experiencia subjetiva (Richardson,1977b), hasta los que exploran, por medio de métodos objetivos, determinados parámetros de estos procesos (Barrat, 1953; Paivio, 1971; Sheehan et al. 1983), pasando por aquellos estudios que investigan algunos aspectos de la experiencia imaginativa consciente, tal y como ésta se manifiesta en los procesos oníricos (Hoppe, 1977, 1978; Bakan, 1978; Greenberg y Farah, 1984). No obstante, existen pocos estudios (relativamente) que hayan abordado la cuestión de la relación entre las imágenes mentales y las funciones psicolingüísticas desde una aproximación neuropsicológica, aunque sí desde la Psicología Experimental del pensamiento y de la resolución de problemas, así como desde la perspectiva de la Psicolingüística. De este modo, Rivière (1986) discute la relevancia de los códigos imaginativos en la representación mental, considerando que juegan un papel fundamental en determinadas tareas de razonamiento, dependiendo su empleo, además, de las estrategias que el sujeto pone en práctica en la resolución de problemas, así como del nivel de abstracción que se alcance a lo largo de este proceso. Por otro lado, Bransford y Johnson (1973, en Valle, Cuetos, Igoa y del Viso, 1990) consideran que, en la comprensión del lenguaje entran en juego, habitualmente, diversas clases de información extralingüística, tales como representaciones visuo-espaciales e instrumentales, entre otras. En este contexto, resulta plausible el que en el proceso de comprensión psicolingüística, las imágenes mentales jueguen un papel relevante. Además, De Vega, Díaz y León (1999) analizan diversos aspectos referentes al procesamiento del discurso lingüístico, discutiendo diversos modelos propuestos para explicar el mismo. Al analizar los denominados “modelos de situación” hacen referencia a diversas propiedades de los mismos, entre otras a la de isomorfismo entre las situaciones representadas y las reales, llegando a hablarse, en algunas propuestas de este tipo, de una representación “corporeizada”, en la que los aspectos sensoriomotores y visuo-espaciales tendrían mucha importancia. Por otro lado, Eddy y Glass (1981) demostraron que para la comprensión y verificación de un determinado tipo de frases, el sujeto ha de generar una imagen visual de objetos y relaciones. Estos autores hallaron que el tiempo de verificación de las frases con alto y bajo contenido en imágenes era similar cuando éstas eran presentadas por vía auditiva, mientras era mayor para las frases con alto contenido en imágenes, cuando la información era presentada visualmente, interpretando este fenómeno como dependiente de la interferencia selectiva entre la comprensión y verificación de las frases con alto contenido en imágenes y la lectura, que no se produce con la presentación por vía auditiva, es decir, como un fenómeno de competición entre la RMIV y la percepción visual. A lo largo del presente estudio, empleamos el paradigma experimental de estos autores, analizando la ejecución de varios grupos de sujetos lesionados cerebrales y controles sanos, en una tarea modificada, basada en sus investigaciones.
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