Primarias PSOE
El PSOE pone su futuro en manos de sus 187.949 militantes
Hoy hablan los militantes. Nunca antes el PSOE había vivido una movilización como la que se prevé para elegir al futuro secretario o secretaria general. La decisión sobre el quién determinará el cómo No sólo está en juego quién será el ocupante del despacho de la cuarta planta de Ferraz sino las condiciones en las que el partido afronta el reto de su reconstrucción orgánica y electoral
Han pasado ochos meses desde que elPSOE saltó por los aires. Dimitió Pedro Sánchez después de una larga y cruenta batalla interna, el partido quedóen manos de una gestora y Mariano Rajoy fue investido con la abstención de la mayoría del grupo parlamentario socialista. Luego vinieron la indisciplina y las represalias, los plataformas pro primarias y la normalización de la actividad institucional, el tiempo del qué mientras los quiénes se echaban a la carretera.
Ocho meses en los que los dirigentes del PSOE, los analistas, los partidos de la oposición y el conjunto de la sociedad han intepretado a diario los estados de ánimo de la militancia. En algunos casos, muchos, se han tomado decisiones en función de lo que presuponían que querían las bases: "Me corren a gorrazos si vuelvo a mi agrupación diciendo que gobierne Rajoy", comentaban en aquellas fechas críticas. "Los nuestros ya nos entienden", se consolaban un poco después. Todo conjeturas, fruto de las impresiones de unos y otros. Hoy, por fin, habrá datos de lo que realmente quiere la militancia. La razón, las tripas, el corazón, los intereses, el enfado, la ilusión, las convicciones y todas las pulsiones de los 187.949 afiliados que están llamados a votar decidirán no sólo quién será el ocupante del despacho de la cuarta planta del número 70 de la calle Ferraz sino lascondiciones en las que el PSOE afronta el reto de su reconstrucción. Reconstruirse como partido, porque está roto, y como proyecto político alternativo para recuperar posiciones tras caer a sus 85 escaños actuales, un 22,66% de los votos totales en las últimas elecciones generales.
Han pasado ochos meses desde que elPSOE saltó por los aires. Dimitió Pedro Sánchez después de una larga y cruenta batalla interna, el partido quedóen manos de una gestora y Mariano Rajoy fue investido con la abstención de la mayoría del grupo parlamentario socialista. Luego vinieron la indisciplina y las represalias, los plataformas pro primarias y la normalización de la actividad institucional, el tiempo del qué mientras los quiénes se echaban a la carretera.
Ocho meses en los que los dirigentes del PSOE, los analistas, los partidos de la oposición y el conjunto de la sociedad han intepretado a diario los estados de ánimo de la militancia. En algunos casos, muchos, se han tomado decisiones en función de lo que presuponían que querían las bases: "Me corren a gorrazos si vuelvo a mi agrupación diciendo que gobierne Rajoy", comentaban en aquellas fechas críticas. "Los nuestros ya nos entienden", se consolaban un poco después. Todo conjeturas, fruto de las impresiones de unos y otros. Hoy, por fin, habrá datos de lo que realmente quiere la militancia. La razón, las tripas, el corazón, los intereses, el enfado, la ilusión, las convicciones y todas las pulsiones de los 187.949 afiliados que están llamados a votar decidirán no sólo quién será el ocupante del despacho de la cuarta planta del número 70 de la calle Ferraz sino lascondiciones en las que el PSOE afronta el reto de su reconstrucción. Reconstruirse como partido, porque está roto, y como proyecto político alternativo para recuperar posiciones tras caer a sus 85 escaños actuales, un 22,66% de los votos totales en las últimas elecciones generales.
"Puede ser un resultado muy ajustado"
Desde las 10:00, todas las casas del pueblo y sedes de las agrupacionessocialistas de España estarán abiertas este domingo para que los militantes hablen. 5.000 urnas de las que saldrá el elegido. "Dinero no pienso apostar", comentaba estos días un socialista que se dice conocedor del partido pero que asiste con incertidumbre al recuento de las papeletas. "Puede ser un resultado muy ajustado", sostiene una mayoría de los dirigentes consultados a pesar del optimismo que lucen en público lo equipos de campaña de los distintos candidatos. Y es que la escasa diferencia por la que Susana Díaz se impuso a Pedro Sánchez en la recogida de avales (6.500 firmas) hace prever un recuento agónico en el que, con un 80%, sea difícil saber si quien va por delante es el ganador.
Desde las 10:00, todas las casas del pueblo y sedes de las agrupacionessocialistas de España estarán abiertas este domingo para que los militantes hablen. 5.000 urnas de las que saldrá el elegido. "Dinero no pienso apostar", comentaba estos días un socialista que se dice conocedor del partido pero que asiste con incertidumbre al recuento de las papeletas. "Puede ser un resultado muy ajustado", sostiene una mayoría de los dirigentes consultados a pesar del optimismo que lucen en público lo equipos de campaña de los distintos candidatos. Y es que la escasa diferencia por la que Susana Díaz se impuso a Pedro Sánchez en la recogida de avales (6.500 firmas) hace prever un recuento agónico en el que, con un 80%, sea difícil saber si quien va por delante es el ganador.
Activados los resortes del miedo
Ese proceso de avales dio un indicador de algo que, salga quien salga elegido, hará que estas primarias sean realmente históricas: la movilización sin precedentes de las bases socialistas. Resueltas las incidencias, hubo un 66% de los afiliados que ya se decantó por uno de los candidatos firmando por ellos, el mismo porcentaje que votó en 2014. Ahora se espera que la participación puede subir hasta diez puntos más, lo que de confirmarse daría cuenta de hasta qué punto las bases socialistas se implican en el futuro de su partido.
Precisamente a eso les han convocados los candidatos, que han concedido a esta votación la máxima relevancia. En público y en privado, con las palabras y con los gestos, las presencias y las ausencias han dado cuenta de un PSOE que vive esta jornada de votación como un antes y un después. Con más o menos tremendismo, todos han activado el miedo: al "abismo" contra el que ha alertado Patxi López si gana (como parece probable) uno de los dos contrarios, al PSOE "en tierra de nadie" que ha traído la abstención contra la que clama Pedro Sánchez y al "fin del PSOE, porque será otra cosa, pero no el PSOE" que los de Susana Díaz temen si el exsecretario general regresa. "El ser o no ser", dijo la candidata en la entrevista de Hoy por Hoy en la Cadena SER, que se juega el PSOE este domingo.
A las palabras que se dicen en campaña hay que rebajarles siempre varios grados de intensidad el día después de la jornada de votación, pero no es exagerado sostener como poco que, con la decisión sobre el quién se determinará el cómo se mueve el PSOE en adelante.
Ese proceso de avales dio un indicador de algo que, salga quien salga elegido, hará que estas primarias sean realmente históricas: la movilización sin precedentes de las bases socialistas. Resueltas las incidencias, hubo un 66% de los afiliados que ya se decantó por uno de los candidatos firmando por ellos, el mismo porcentaje que votó en 2014. Ahora se espera que la participación puede subir hasta diez puntos más, lo que de confirmarse daría cuenta de hasta qué punto las bases socialistas se implican en el futuro de su partido.
Precisamente a eso les han convocados los candidatos, que han concedido a esta votación la máxima relevancia. En público y en privado, con las palabras y con los gestos, las presencias y las ausencias han dado cuenta de un PSOE que vive esta jornada de votación como un antes y un después. Con más o menos tremendismo, todos han activado el miedo: al "abismo" contra el que ha alertado Patxi López si gana (como parece probable) uno de los dos contrarios, al PSOE "en tierra de nadie" que ha traído la abstención contra la que clama Pedro Sánchez y al "fin del PSOE, porque será otra cosa, pero no el PSOE" que los de Susana Díaz temen si el exsecretario general regresa. "El ser o no ser", dijo la candidata en la entrevista de Hoy por Hoy en la Cadena SER, que se juega el PSOE este domingo.
A las palabras que se dicen en campaña hay que rebajarles siempre varios grados de intensidad el día después de la jornada de votación, pero no es exagerado sostener como poco que, con la decisión sobre el quién se determinará el cómo se mueve el PSOE en adelante.
"Aquí está el PSOE" contra "Aquí está la izquierda"
Susana Díaz, la candidata que se impuso en avales con un total de60.231, quiere preservar una organización que transite en lo orgánico por los cauces tradicionales y que reconquiste su espacio social desde posiciones centradas, la "socialdemocrcia de siempre", el PSOE "reconocible", del que ha hablado en esta campaña que empezó rodeada de los pesos pesados del pasado y el presente del socialismo. "Aquí está el PSOE", decían abrumados muchos aquel 26 de marzo de foto para la historia. La imagen tan potente de aquel mitin y el mensaje central de la campaña de Díaz están inspirados por un principio que repiten muchos de sus apoyos: lo único que realmente diferencia al PSOE de Podemos, su rival en el espacio de la izquierdas, es la memoria de lo que el partido ha significado para España. Ese "con Podemos no voy ni a misa" de José Bono no lo comparten muchos en la candidatura de Díaz (dan por hecho que tendrán que pactar mucho con la formación morada) pero, como estrategia de partido, la candidata entiende que la recuperación pasa por que el PSOE marque sus líneas rojas, defina el perímetro en el que se reconoce el conjunto del partido para que por ahí no avance Pablo Iglesias.
Pedro Sánchez, que llegó a esta carrera por la Secretaría General con la firma de53.692 militantes, aspira a regresar a Ferraz para ejercer el liderazgo que no pudo ejercer tras imponerse de forma holgada en julio de 2014 (48,67% de los votos frente al 36,25% de Eduardo Madina). Si algo repite el nuevo Sánchez es que ha "aprendido mucho" tras las "deslealtades" que asegura que sufrió cuando intentó, dos veces, llevar al PSOE a la Moncloa. Ha trufado su campaña de referencias a una gestión "horizontal" del partido que, en la práctica, supone guardarse el as de acudir a las bases para refrendar las decisiones. Defiende que se trata de unmodelo de participación del siglo XXIpara acabar con el partido de los "notables" e inaugurar el de los militantes.
Si esas bases lo hacen secretario general de nuevo, Sánchez se verá, ahora sí, totalmente legitimado después de que, tras su anterior victoria, fuera considerado por muchos un secretario general tutelado por quienes le dieron los avales, primero, y le hicieron la campaña después. Su decisión de ir por libre le ocasionó, al poco, el enfrentamiento con Susana Díaz y su incapacidad de tejer alianzas terminó por dejarle aislado en la cuarta planta de Ferraz después de kilómetros y kilómetros de campañas electorales solapadas y una investidura fallida de por medio. Reforzado en lo interno, aspira a poder ampliar el espacio político y social que le redujo en laselecciones del 20-D y del 26-J, en ambos casos aguantando al PSOE en la primera posición en la izquierda que, a su juicio, era la batalla que se estaba librando en esas convocatorias.
La "corriente de ilusión" de estas primarias, las de su chaqueta marrón y la de la Internacional con el puño en alto es la que creen los suyos que le permitirá situarse en el imaginario colectivo como el líder de la izquierda en España que, desde una posición de superioridad, podrá lograr de Podemos lo que no consiguió cuando Sánchez era un candidato a la investidura de traje oscuro y corbata roja. "Aquí está izquierda" es el lema con el que ha apelado a las bases para que llenen con su nombre las urnas de cartón de este 21 de mayo.
Susana Díaz, la candidata que se impuso en avales con un total de60.231, quiere preservar una organización que transite en lo orgánico por los cauces tradicionales y que reconquiste su espacio social desde posiciones centradas, la "socialdemocrcia de siempre", el PSOE "reconocible", del que ha hablado en esta campaña que empezó rodeada de los pesos pesados del pasado y el presente del socialismo. "Aquí está el PSOE", decían abrumados muchos aquel 26 de marzo de foto para la historia. La imagen tan potente de aquel mitin y el mensaje central de la campaña de Díaz están inspirados por un principio que repiten muchos de sus apoyos: lo único que realmente diferencia al PSOE de Podemos, su rival en el espacio de la izquierdas, es la memoria de lo que el partido ha significado para España. Ese "con Podemos no voy ni a misa" de José Bono no lo comparten muchos en la candidatura de Díaz (dan por hecho que tendrán que pactar mucho con la formación morada) pero, como estrategia de partido, la candidata entiende que la recuperación pasa por que el PSOE marque sus líneas rojas, defina el perímetro en el que se reconoce el conjunto del partido para que por ahí no avance Pablo Iglesias.
Pedro Sánchez, que llegó a esta carrera por la Secretaría General con la firma de53.692 militantes, aspira a regresar a Ferraz para ejercer el liderazgo que no pudo ejercer tras imponerse de forma holgada en julio de 2014 (48,67% de los votos frente al 36,25% de Eduardo Madina). Si algo repite el nuevo Sánchez es que ha "aprendido mucho" tras las "deslealtades" que asegura que sufrió cuando intentó, dos veces, llevar al PSOE a la Moncloa. Ha trufado su campaña de referencias a una gestión "horizontal" del partido que, en la práctica, supone guardarse el as de acudir a las bases para refrendar las decisiones. Defiende que se trata de unmodelo de participación del siglo XXIpara acabar con el partido de los "notables" e inaugurar el de los militantes.
Si esas bases lo hacen secretario general de nuevo, Sánchez se verá, ahora sí, totalmente legitimado después de que, tras su anterior victoria, fuera considerado por muchos un secretario general tutelado por quienes le dieron los avales, primero, y le hicieron la campaña después. Su decisión de ir por libre le ocasionó, al poco, el enfrentamiento con Susana Díaz y su incapacidad de tejer alianzas terminó por dejarle aislado en la cuarta planta de Ferraz después de kilómetros y kilómetros de campañas electorales solapadas y una investidura fallida de por medio. Reforzado en lo interno, aspira a poder ampliar el espacio político y social que le redujo en laselecciones del 20-D y del 26-J, en ambos casos aguantando al PSOE en la primera posición en la izquierda que, a su juicio, era la batalla que se estaba librando en esas convocatorias.
La "corriente de ilusión" de estas primarias, las de su chaqueta marrón y la de la Internacional con el puño en alto es la que creen los suyos que le permitirá situarse en el imaginario colectivo como el líder de la izquierda en España que, desde una posición de superioridad, podrá lograr de Podemos lo que no consiguió cuando Sánchez era un candidato a la investidura de traje oscuro y corbata roja. "Aquí está izquierda" es el lema con el que ha apelado a las bases para que llenen con su nombre las urnas de cartón de este 21 de mayo.
La unidad en juego
Hay una tercera papeleta por la que podrán optar los socialistas: Patxi López. Salvo sorpresa mayúscula, sus posibilidades para ser secretario general son escasas aunque el porcentaje de votos del exlehendakari hará de él una bisagra con más o menos capacidad de influencia en la gestión del futuro del PSOE y, de forma especialmente significativa, de la transición de las primarias al congreso de los días 17 y 18 de junio. Un Patxi López con un porcentaje de votos que pueda ofrecer al ganador una mayoría amplia facilitaría el camino para la unidad, eso opinan en su candidatura, en la que aspiran a poder "poner condiciones" para "forzar" la unidad. Si de algo se ha encargado el dirigente vasco en la campaña es de prensentarse como el aspirante que no estuvo en la refriega interna que es, cómo casi todo lo que ha se ha dicho en estos días, una verdad a medias: en su núcleo duro está el equipo de Pedro Sánchez enfrentado a vida o muerte a Susana Díaz en octubre pasado.
Para cuando llegue junio, en el cónclave, Patxi López podrá jugar el rol de mediador que persigue en función de los apoyos que obtenga este domingo. Su candidatura fue avalada por 10.866 socialistas, pero cuenta con sumar más apoyos, por mucho que Sánchez haya desplegado unacampaña por el voto útil para superar a Susana Díaz uniendo a todos los que estuvieron en el no a Mariano Rajoy hasta el final. Y hasta el final, hasta las urnas, ha aguantado Lópezmascullando unas veces y otras gritando que "se acabó la broma". Es su forma de adelantar que quiere ser él quien ponga los puntos sobre las íes en la dirección de este PSOE que, ocho meses después de la dimisión de un Pedro Sánchez acorralado y sin apoyos, puede volver a encontrarse con el mismo enfrentamiento: un bloque instalado en Ferraz y el otro convertido en oposición interna. Pero ahora con datos, los del recuento de este domingo de infarto en muchos despachos y de urnas abiertas en las casas del pueblo.
Hay una tercera papeleta por la que podrán optar los socialistas: Patxi López. Salvo sorpresa mayúscula, sus posibilidades para ser secretario general son escasas aunque el porcentaje de votos del exlehendakari hará de él una bisagra con más o menos capacidad de influencia en la gestión del futuro del PSOE y, de forma especialmente significativa, de la transición de las primarias al congreso de los días 17 y 18 de junio. Un Patxi López con un porcentaje de votos que pueda ofrecer al ganador una mayoría amplia facilitaría el camino para la unidad, eso opinan en su candidatura, en la que aspiran a poder "poner condiciones" para "forzar" la unidad. Si de algo se ha encargado el dirigente vasco en la campaña es de prensentarse como el aspirante que no estuvo en la refriega interna que es, cómo casi todo lo que ha se ha dicho en estos días, una verdad a medias: en su núcleo duro está el equipo de Pedro Sánchez enfrentado a vida o muerte a Susana Díaz en octubre pasado.
Para cuando llegue junio, en el cónclave, Patxi López podrá jugar el rol de mediador que persigue en función de los apoyos que obtenga este domingo. Su candidatura fue avalada por 10.866 socialistas, pero cuenta con sumar más apoyos, por mucho que Sánchez haya desplegado unacampaña por el voto útil para superar a Susana Díaz uniendo a todos los que estuvieron en el no a Mariano Rajoy hasta el final. Y hasta el final, hasta las urnas, ha aguantado Lópezmascullando unas veces y otras gritando que "se acabó la broma". Es su forma de adelantar que quiere ser él quien ponga los puntos sobre las íes en la dirección de este PSOE que, ocho meses después de la dimisión de un Pedro Sánchez acorralado y sin apoyos, puede volver a encontrarse con el mismo enfrentamiento: un bloque instalado en Ferraz y el otro convertido en oposición interna. Pero ahora con datos, los del recuento de este domingo de infarto en muchos despachos y de urnas abiertas en las casas del pueblo.
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