sábado, 20 de mayo de 2017

Mi trabjjo de sabueso.

Mis primeras lecturas fueron latin (C.J.) y en francés, las desventuras del inspector Maigreta; la primera la inicié con ocho años y con diez la segunda. El abuelo y el cura don Román me dijeron que para tener una conducta recta la primera y, la segunda para tenerla ordenada.

Recuerdo que  me dijeron tuviese siempre presente que "el asesino siempre vuelve al lugar del crimen" luego, con catorce años mi maestro de física, don León Garzón Ruipérez, me dijo que "cuanto más me alejara de mi enemigo, más le pisaría los talones", a lo cual le repliqué con lo que me habían advertido del asesino. ¡Eh!, sí, tal vez. Me respondió del modo que me hacía cuando no quería que le explicase el motivo de la afirmación categórica.

¡Cuanto siento su ausencia, ahora que oigo los pasos de los tres tras de mí!

Aplico estas, sus enseñanzas, cuando defino la vida, la salud, como el trabajo de beber agua, comer alimentos y descansar, o eliminar el calor no útil. La plenitud de la vida es aquella que se corresponde con un trabajo igual a la unidad, correspondiendo el valor cero con el valle más profundo, o sima de la red de la vida. Red con dos atractores fatales: la vida y la muerte.


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