Los individuos humanos no venimos casino que somos hijos de otros individuos no humanos. Cohabitamos como Gran Familia, abuelos, padres, hijos y conceptos aún no engendrados, al igual que hay individuos engendrados sin haber sido concebidos.
Es frecuente que te digan mujeres "me quedé embarazada". Nadie te dice "hemos engendrado", o "nos hemos quedado embarazados"
Es la mujer la que se queda embarazada, por obra y gracia, por haber sido concebido su engendro por un ser distinto a ella y sin previo consentimiento. Los cristianos aseguran que su madre fue violada por un individuo no reconocido; en ningún caso María, la que dicen ser la madre de Jesús, fue consentidora de ser co-gestadoras de Jesús.
Claro está que ya Moisés no dialoga y consiente las leyes de relación entre los hombres de su pueblo. Es un individuo ajeno a su pueblo el que le impone a este las leyes, los mandatos, órdenes, o mandamientos. Moisés es el intermediario, el comercial, el abogado criollo de la multinacional bananera que le dice a esta que más vale que el pueblo pase hambre para, así, tenerlo sometido sus mandamientos, u órdenes. Es él hambre el mejor látigo para someter al pueblo que no merece las migajas que la soberbia del amo deja caer sin desdén de su opulenta mesa, al humus en el que se arrastran los seres más viejos, más desvalidos, más inútiles a su servidumbre de soberbia.
Así, y sobre el alto de la montaña, el soberbio amo les dice a los sumisos, viles y reptantes humanos: todo este frondoso valle que véis allá abajo de mi palacio, os lo doy si me adoráis.
Es así como humanos viles y humanos orgullosos de sí mismos cohabitan; unos serviles a su dueño y otros libres de opresión, o mandato alguno. Son estos, aquellos que son educados por ser educables, los humanos libres. Son aquellos que no son educables, los humanos pecheros de su amo, al que necesitan para respirar.
Los humanos han evolucionado adaptándose al Medio del que forman parte, concibiendo y gestando la propiedad que los define: la relación de interacción entre ellos que les define como personas y que constituyen una nación a la que han dado el nombre de Sociedad y que, con orgullo, la transmiten a su Inframundo, al que han denominado Cultura.
La persona ha desarrollado la capacidad de relacionarse entre sí mediante la palabra y el acuerdo. Los humanos no personas, no tienen esta propiedad. Las personas son concebidas, engendradas y nacidas con esta propiedad, pero no tienen capacidad para desarrollarla como individuos sino como conjunto, por lo que necesitan del otro para adquirirla, necesidan ser educados durante todos su hiperciclo que no tiene la propiedad de ser temporal, o limitado sino que es el resultado de la intersección de los subciclos aparente y latente, de los subciclos mundo e Inframundo en el que habitan con dioses, señores, esclavistas, o discapacitados para alcanzar el grado de evolución como personas.
EVOLUCIÓN HUMANA
Tuvimos hijos con los neandertales ya hace más de 100.000 años
El ADN analizado sugiere relaciones sexuales durante decenas de miles de años
Hay un detalle pornográfico de la prehistoria que destroza el relato de la Creación divina elaborado por cualquiera de las religiones: el sexo con neandertales. Nuestra especie no solo fornicó repetidamente con aquella otra extinguida hace 40.000 años, sino que ambas tuvieron numerosos hijos fértiles, dejando un rastro de ADN neandertal que pervive hoy en nuestras células. Y no fue un calentón de un día. Un nuevo estudio revela que hace 100.000 años los neandertales y los humanos modernos ya tenían hijos en común, unos 45.000 años antes que los primeros encuentros documentados hasta ahora. No hubo un Dios que creara una especie humana. Si acaso, creó varias diferentes y copulaban entre ellas.
Los autores del trabajo, encabezados por el biólogo español Sergi Castellano, dibujan un pasado enrevesado. Los humanos modernos, los Homo sapiens, surgieron en África hace unos 200.000 años y algunos de ellos salieron del continente hace unos 65.000 años, cruzándose por el camino con los neandertales europeos y dando lugar a miles de millones de personas que hoy habitan el planeta fuera de África. Esto es lo que ya se sabía. El nuevo estudio sugiere que hace más de 100.000 años otra población de Homo sapiens salió de África y mantuvo relaciones sexuales, posiblemente en Oriente Próximo o en el sur de Arabia, con grupos de neandertales que estaban desplazándose hacia Asia. Aquellos humanos modernos pioneros se extinguieron, pero su huella aparece ahora en el ADN extraído de los restos de una mujer neandertal hallados en una cueva de Siberia, en la frontera entre Rusia y Mongolia.
“La mezcla con los neandertales ocurrió mucho antes de lo que creíamos”, señala Castellano, investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania). “Homo sapiens abandonó el hogar paterno antes de lo que pensábamos. Y, a la luz de la introgresión [el movimiento de genes de una especie a otra], vemos que tuvo una adolescencia bastante animada”, bromea a su vez María Martinón-Torres, paleoantropóloga del University College de Londres y ajena al nuevo trabajo.
"Tenemos una visión extremadamente simplista de la evolución humana. Hay que imaginársela como un chorro de interconexiones entre especies, no como una línea con ramificaciones", opina el investigador Carles Lalueza-Fox
El equipo de la investigadora anunció el año pasado el hallazgo de restos de 47 humanos modernos en la cueva de Fuyan, en el sur de China, datados en más de 80.000 años. El descubrimiento mostraba que los Homo sapiens colonizaron Asia antes de lo pensado. “El ADN ratifica nuestro descubrimiento, pues habla de un cruce entre sapiens y neandertales hace 100.000 años, por lo que Homo sapiens ya tenía que estar fuera de África antes de los 50.000 años defendidos por las teorías clásicas. Estamos asistiendo a un cambio de paradigma. Asia deja de desempeñar un papel secundario y cobra un protagonismo revelador en etapas claves de la evolución”, reflexiona Martinón-Torres, del equipo de investigación de los yacimientos de Atapuerca, en Burgos.
El nuevo estudio, que se publica hoy en la revista Nature, analiza también los genomas de dos neandertales europeos, hallados en la cueva de Vindija (Croacia) y en el yacimiento asturiano de El Sidrón. Los científicos también han husmeado en el genoma de otro individuo encontrado en la misma cueva siberiana que la mujer neandertal: un miembro de la especie de los denisovanos, desconocida hasta 2010 y separada del linaje de los neandertales hace más de 400.000 años. Ninguno de los tres, ni los neandertales europeos ni el denisovano, presentan ADN de humanos modernos en su genoma, lo que no significa que sus especies jamás se cruzaran, según subrayan los autores.
Otro análisis genético realizado en 2013 mostró ADN denisovano en humanos modernos de Asia y Oceanía, e incluso un 0,2% de genes denisovanos en nativos americanos. El mismo estudio, elaborado por científicos de la Universidad de California en Berkeley (EE UU), sugería cruces entre denisovanos y Homo erectus, otra especie de homínido que tradicionalmente ha servido para etiquetar a restos fósiles dispares hallados en Asia y datados entre hace 70.000 y 1,9 millones de años. “Somos una mezcla de retales de todos nuestros antepasados”, declaró en una reciente entrevistaSvante Pääbo, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y coautor del nuevo estudio.
“Estos hallazgos confirman un cambio de modelo de la evolución humana. Vemos un montón de flechas de hibridaciones [mezclas entre especies] en un momento y en otro, en un sentido y en otro. Habrá ocurrido centenares de veces. Tenemos una visión extremadamente simplista de la evolución humana. Hay que imaginársela como un chorro de interconexiones entre especies, no como una línea con ramificaciones”, sentencia otro de los coautores del trabajo, Carles Lalueza-Fox, investigador del CSIC en el Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona.
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