jueves, 19 de diciembre de 2019

Cheops quiere mirar espacio extrasolar.

Despega la nave europea para espiar planetas más allá del sistema solar

El telescopio espacial ‘Cheops’ podrá encontrar mundos habitables en estrellas como el Sol

Lanzamiento de 'Cheops', hoy en Korou (Guayana Francesa). ESA
Un descomunal fogonazo y un enorme estruendo han irrumpido hoy en la selva de la Guayana Francesa durante el despegue del cohete Soyuz que ha puesto en órbita el telescopio espacial Cheops, la primera gran misión europea para observar desde el espacio cientos de planetas más allá del Sistema Solar. La tensión era grande después de que el martes se suspendiese el despegue por un fallo técnico en el cohete. Dos horas y veinticinco minutos después del lanzamiento los ingenieros han recibido la señal del satélite confirmando el éxito de la puesta en órbita.
Lo que más sorprende del lugar de lanzamiento de este satélite es el enorme foso de hormigón que rodea al cohete ruso Soyuz que lo ha lanzado al espacio. Justo 17 segundos antes del despegue sus descomunales propulsores llenos de queroseno se han encendido y han llenado de fuego y humo la enorme cavidad sin que nadie haya podido estar ahí para contemplarlo. Cuarenta minutos antes del lanzamiento, los últimos operarios e ingenieros han evacuado la zona hasta el centro de control para seguir las normativas de seguridad de lanzamientos en el puerto espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Guayana Francesa.
Desde que en 1995 se descubrió un enorme planeta gaseoso que orbitaba la estrella 51 Pegasi, a 50 años luz de la Tierra, la humanidad no ha hecho sino descubrir que casi cada estrella conocida alberga uno o más planetas. La mayoría son mundos muy extraños según los parámetros terrestres y cada uno alberga un poco de información para entender mejor la variedad de planetas en nuestro vecindario cósmico y aclarar el pequeño lugar que ocupa la Tierra entre todos ellos. Hasta el momento se conocen más de 4.000 exoplanetas y la gran esperanza es que Cheops permita conocerlos mejor e incluso descubra algunos nuevos.
Escapar de la gravedad terrestre es aún un objetivo costosísimo. El Soyuz, que es básicamente el mismo cohete soviético que puso en órbita el primer satélite —Sputnik, 1957— y también envió al primer humano al espacio —Yuri Gagarin, 1961—, es uno de los más seguros y versátiles. Un Soyuz como el que hoy ha despegado desde este pequeño departamento de ultramar francés al norte de Brasil pesa más de 300 toneladas. El 70% de todo ese peso es combustible líquido queroseno y oxígeno necesario para conseguir que una carga de hasta tres toneladas y media escape a la atracción de la gravedad terrestre y salga al espacio.
Cheops orbita a unos 700 kilómetros de la superficie terrestre. Otros cuatro satélites se han lanzado en el mismo cohete para optimizar los enormes costes. La misión lleva a bordo un telescopio para observar unas 400 estrellas y detectar con una precisión nunca antes alcanzada el momento en el que su luz se hace un poco más tenue cuando un planeta hace un eclipse frente a ella, lo que permitirá determinar su radio. Comenzará a funcionar en un máximo de seis meses una vez se compruebe que sus instrumentos funcionan a la perfección.
El lanzamiento de este satélite supone un primer paso con el que Europa intentará competir de igual a igual con EE UU en la búsqueda de exoplanetas desde el espacio. Desde que se descubrió el planeta en torno a 51 Pegasi, la mayoría de exoplanetas han sido descubiertos por telescopios espaciales de EE UU, sobre todo el Kepler. Según Didier Queloz, jefe del equipo científico de la misión científico y ganador del Nobel de Física de este año por codescubrir el primer exoplaneta, Cheops está llamado a poner a Europa en la vanguardia de la observación científica de planetas extrasolares desde el espacio, no solo desde tierra.
La primera señal del telescopio para confirmar que todo funciona como es debido ha sido un triunfo no solo para Europa, sino también para España, que ha coordinado la fabricación de esta misión de la ESA, con un coste total de 100 millones de euros.
Cheops es sobre todo una misión de afinado, pues mirará estrellas donde ya se sabe que hay exoplanetas para medir su radio exacto y, con la ayuda de telescopios terrestres, determinar su composición, sobre todo si son rocosos como la Tierra o gaseosos como los planetas gigantes del sistema solar, Neptuno, Júpiter o Saturno. En algunos casos podrá hasta determinar si ese mundo puede albergar agua líquida y, por tanto, si puede haber vida en él.
La misión tiene una duración de tres años y medio, aunque probablemente pueda ampliarse más. Su trabajo se sumará al de otros instrumentos ya en órbita, como el Tess de la NASA, cuyo objetivo sí es escanear los cielos en busca de nuevos exoplanetas. “Aunque muchas de las estrellas que observaremos ya están fijadas, Cheops tiene la flexibilidad de poder cambiar los planes en caso de que Tess descubra algo extremadamente interesante”, explica Queloz. También es posible que allí donde mire este nuevo telescopio descubra nuevos exoplanetas que hasta ahora habían permanecido ocultos.
"El objetivo final de todos los estudios sobre exoplanetas es responder la pregunta de si hay otros mundos parecidos a nuestra Tierra y si tienen condiciones para la vida", explica Ignasi Ribas, astrofísico del Instituto de Ciencias del Espacio y científico de la misión europea. "Cheops es un primer paso en esta búsqueda épica de cuál es nuestro lugar en el universo. A mí me gusta pensar que esta es la siguiente gran revolución después de la de Copérnico, que dijo que la Tierra no tiene ningún lugar privilegiado en el cosmos. Ahora podremos entender nuestro contexto en un universo viviente y saber si nuestro planeta es solo uno de los muchos lugares donde hay vida", añade.
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