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El silbo gomero, del olvido al Festival de Cannes
Esta forma de comunicación centenaria de La Gomera, patrimonio inmaterial de la humanidad desde 2009, revive en las aulas canarias y sirve de argumento a la película de Corneliu Porumboiu que se presenta hoy en el certamen de cine internacional
De herramienta de defensa frente a invasiones extranjeras a una manera de comunicarse entre los jóvenes del siglo XXI cuando se quedan sin batería en el móvil. Pocas veces un silbido ha sido tan importante en la historia de un pueblo como el silbo en La Gomera. Los habitantes de esta isla se valieron de esta peculiar forma de lenguaje durante la Guerra Civil para enviar mensajes entre miembros del mismo bando entre las escarpadas montañas de la isla, que dificultaban los desplazamientos. Durante el Franquismo, los campesinos empobrecidos se valieron de él para burlar la ley y producir carbón vegetal de la madera de bosques protegidos, a espaldas de la Guardia Civil. La llegada del coche y el teléfono hicieron retroceder esta forma de comunicación hasta la marginalidad. En 1999, sin embargo, algo empezó a cambiar: llegó a las aulas de La Gomera para que las nuevas generaciones lo preservaran. Ahora, 20 años después de aquellos primeros intentos de preservación, el viento sopla a favor, al fin, del silbo gomero.
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Declarado como patrimonio inmaterial de la humanidad en 2009, desde el próximo curso podrá estudiarse como asignatura optativa en cualquier centro educativo de la Comunidad canaria que decida impartirlo. Además, hoy sábado se producirá un hecho vital para su internacionalización: el estreno esta noche en el Festival de Cannes de la película franco-rumana La Gomera,que gira en torno al aprendizaje del silbo y le concede, en la ficción, una nueva aplicación: servir de herramienta para lograr la libertad de un controvertido hombre de negocios que está encerrado en una prisión en Rumanía. Una nueva oportunidad para mostrárselo al mundo.
Corneliu Porumboiu, su director, es un enamorado del silbo gomero. Quedó fascinado con él tras ver un reportaje en televisión hace una década. “Entonces estaba terminando una película titulada Politist, Adjectiv [que ganó en 2009 el Premio del Jurado Una cierta mirada en la edición de 2009 de Cannes], que también estaba centrada en el lenguaje”, recuerda a EL PAÍS en conversación telefónica. “Me pareció algo poético, me atrajo la idea de que una forma de comunicación ancestral se pudiera seguir usando en el mundo actual”, continúa Porumboiu que, tras el estreno de esta noche, aspira a la Palma de Oro.
Todo un lenguaje en seis sonidos
El silbo gomero lleva siglos haciendo vibrar la curiosidad de los extranjeros. “Los primeros en interesarse, a excepción de canarios como Juan Bethencourt Alfonso o Antonio María Manrique, fueron estudiosos, músicos, militares y lingüistas alemanes, franceses e ingleses”, relata Marcial Morera, catedrático de Filología Española de la Universidad de La Laguna (Tenerife). El cantante francés Feloche lanzó en 2015 un tema dedicado a este silbido insular. La letra está trufada de referencias a la cultura y la gastronomía canarias, como la guagua y el mojo picón. “Entre dos montañas amarrado a las nubes, un guanche silba para invitarte a cenar”, reza uno de los versos. También en Francia dos artistas introdujeron el silbo en una escuela infantil de París durante el curso pasado. En la École Élémentaire Pierre Budin el timbre del recreo fue sustituido por frases en silbo. Un maestro silbador, además, ofreció varios talleres para los alumnos.
En las aulas de Primaria y Secundaria de La Gomera se habla silbo desde hace dos décadas. En 1999 se convirtió en una asignatura obligatoria para contribuir a su preservación. “El aprendizaje del silbo tiene interés como conservación de un bien intangible y como atractivo turístico, pero también contribuye a enseñar la manera en la que funcionan los sistemas de comunicación”, explica Morera. En el silbo, que imita los sonidos de la lengua hablada para crear un castellano silbado, están contenidas todas las características de los sistemas fonológicos del mundo. “Está formado por los tres contrastes básicos: vocal-consonante, grave-agudo e interrupto-continuo", detalla el catedrático. A diferencia de los lenguajes hablados, contiene un número reducido de sonidos. "Se asemeja al morse, el braille o las señales marítimas, incluso la escritura", describe Morera. "Agrupa 26 sonidos del castellano en tan solo seis; por eso los silbadores deben aplicarse mucho para que la comunicación funcione, y el contexto también ayuda a comprender el mensaje”, continúa.
No existe un censo de silbadores. “Se está elaborando en la actualidad”, asegura Morera. Pero está claro que ahora lo conoce más gente que hace 20 años. Tanto en La Gomera como en El Hierro, donde también se silba. “Hay quien dice que son diferentes, pero no”, apostilla el catedrático. Hasta hace dos décadas estaba bastante estigmatizado en todas partes. "Era considerado una práctica campesina, de maúro, como dicen aquí”, puntualiza. Ahora, ya no se escucha a un kilómetro, o a dos e incluso a tres si las condiciones atmosféricas son buenas: ahora es capaz de recorrer miles de kilómetros gracias a iniciativas como las de Francia o la de la película de Porumboiu. Y, sobre todo, despertar la curiosidad de miles de personas por todo el planeta.
CANARIAS, PUERTO DE HOLLYWOOD
El silbo conquistó a Corneliu Porumboiu a través de un reportaje en televisión, pero se enamoró de los abruptos paisajes de La Gomera en su primera visita a la isla. Ahora muestra ambos en su última película, titulada, precisamente, como ella, en la que una policía rumana debe aprender silbo para investigar un caso.
“Ha sido muy inspirador, tenía miedo de mostrar la isla desde la mirada de un turista, por eso decidí pasar tiempo allí para familiarizarme”, agrega. Tanto La Gomera como el resto de las Canarias se han convertido en uno de los destinos favoritos de productoras de todo el mundo, especialmente de Europa y Norteamérica. Sus peculiares paisajes y los beneficios fiscales que ofrecen los gobiernos locales para rodar han atraído a los productores de filmes como Wonder Woman, Rambo, Fast & Furious, Han Solo, Doctor Who, Jason Bourne o Furia de Titanes. También Pedro Almodóvar situó en Lanzarote parte de la trama de Los abrazos rotos.
Porumboiu fue madurando la idea de incluir el silbo gomero en la trama de uno de sus guiones poco a poco. Cuando lo tuvo claro, decidió informarse en profundidad. “Leí algunos libros y fui tres veces a La Gomera. Allí conocí al maestro Francisco Correa, que me dio algunas clases”, recuerda Porumboiu.
Durante la producción, Correa se trasladó a Rumanía para enseñar a Vlad Ivanov y Catrinel Marlon, los protagonistas. También a los actores españoles Cristóbal Pinto y Antonio Buíl. En cuestión de dos semanas lograron emitir y entender los sonidos. "Los intérpretes están hechos de otra pasta, normalmente, tras veinte minutos de práctica, te mareas e hiperventilas y necesitas descansar, pero con ellos, podíamos ensayar varias horas sin problema", recuerda Francisco Correa, el silbero que asesoró al equipo de rodaje.
Pese a las clases que tomó, Porumboiu aún no sabe expresarse en silbo. “Conozco la técnica pero es necesario practicar todos los días”, apostilla. Para aprender silbo, Marcial Morera recomienda, como mínimo dos meses. “Y practicándolo de forma asidua”, apostilla.
Esta noticia, patrocinada por Turismo Islas Canarias, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.
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