Mi amigo Chema me regala este documental: El fin de la memoria.
¡Hola Augusto!
Acabo de ver un documental en la 2 muy interesante, y me acordé de ti, por el tema a tratar.
Si no lo has visto ya, te gustará hacerlo.
https://youtu.be/AYbtSpB8pPE
El fin de la memoria tiene su origen el 18 de julio de 1936.
Chema, no sé si sabes que hace unos años, tras abandonar el Hospital General de Asturias, y en el año que me dí de descanso para definir el método de trabajo a seguir en un Centro de Asistencia a la Salud, me construí una cafeteria con biblioteca/hemeroteca y libreria. A esta instalación que con la ayuda de expertos, construí con mis manos. A esta instalación le dí elnnombre del Mito que Platón nos hace presente como el mito de Teuth y Thamus.
Hace tiempo que Thamus, rey de una región cercana a Egipcio, recibe la visita de Teuth, un gran sabio del cielo y la tierra.
Viene Teuth a ofrecer a su rey Thamus, su más joven descubrimiento y al que habia dado en nombrar escritura.
Señor, este invento hará que los hombres tengan memoria.
Querido Teuth, el bien de mis súbditos es el mal para mis intereses.
El propósito de aquella instalación era el mismo de Teuth. Y, el ofrecimiento hecho a mi jija Alejandra, tenía la misma intención que aquella tenido para con mus reyes de Asturias. Nunca Teuth tuvo propiedad de mercader, aunque si la tenían los diferentes
Thamus que hasta entonces se habian sucedido en el reino.
Tras ser rechazada por Alejandra se la ofrecí a mi sobrino que, por iguales motivos, también rechazó.
Indudablemente, no eran los reyes que pensaba.
Una vez más me retiré a mi laboratorio y continué con el proyecto de Centro de Asistencia a la Salud que, como siempre, no me llegó a satisfacer.
Chema, tú que sigues mi curso, o devenir en este diario, has podido leer mi preocupación por la memoria y, en particular por su protección.
Cuando el Poder Legislativo puso límite a la conservación de la memoria, recibí el mayor disgusto: el rey ha dado el golpe de gracia a sus vasallos. Y, con ello, su suicidio.
Estos días, sin embargo, he recibido con satisfacción la desobediencia de las empresas de telefonía que, al no destruir la memoria del teléfono de una mujer asesinada, hizo posible reconstruir su vida el tiempo suficiente como para dejar manifiesto a su asesino.
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