viernes, 10 de febrero de 2017

Merece un análisis.

“Me duele no volver al vestuario, pero no quiero perjudicar al Sporting”

El capellán, que llevaba 20 años rezando un padrenuestro con el equipo en cada partido en El Molinón, ha sido vetado por Rubí. "Lo vivía mucho", rememoran algunos exjugadores

Fernando Fueyo en el Santuario de Covadonga en 2008.  EFE
Fernando Fueyo llegaba al estadio de El Molinón unos 20 minutos antes de cada partido del Sporting. El párroco de San Nicolás de Bari recorría las entrañas del estadio hasta llegar al vestuario. Ya allí, con la plantilla formada en un círculo la abrazaba, daba una pequeña arenga, rezaba un padrenuestro muy lento, a veces eterno, según los presentes, y soltaba un grito final a modo de bendición. Finalizado el ritual, el equipo saltaba al campo y él ponía rumbo a su asiento en la grada. Así partido tras partido durante 20 años hasta que la semana pasada, Rubí, sustituto de Abelardo en el banquillo, optó por terminar con la tradición. El catalán prohibió en el partido contra el Alavés la entrada al vestuario de toda persona ajena al equipo, incluido al capellán.
“Todo el revuelo que se ha formado es malo para el Sporting. Me duele no volver al vestuario, pero no quiero perjudicar al equipo, ni que nadie piense que me enfrento a Rubí”, asegura desde el otro lado del teléfono Fernando Fueyo. Al clérigo, de 80 años, se le percibe sobrepasado por toda la polémica. Quiere dejar pasar el tiempo, que las cosas se calmen. “Tengo amistad con muchos de los jugadores que han pasado por aquí. He casado a algunos de ellos, ha redactado partidas de bautismo a muchos de sus hijos y he oficiado funerales de sus familiares”, asegura el capellán. Sin muchas ganas de hablar, de centrar en él los focos, de poder originar algún problema para el Sporting, asegura que este año no tenía tanta confianza con la plantilla. “Hay muchos nuevos”.
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Rubí justificó ayer su decisión asegurando que no es un veto contra el capellán. “No es que no entre Fueyo, es que no entra nadie. Está para ayudarnos cuando quiera, pero antes del partido el vestuario quiere estar solo”, aseguró Rubí. “Hablaré con él para explicarle el tema”, zanjó.
Fueyo es una persona muy querida por la mayoría de jugadores y técnicos que han pasado por el club. “Lo vivía mucho, es muy del Sporting. Después del padrenuestro pegaba un grito muy grande, con la cara enrojecida, algo así como un ¡Ya! Algún día le iba a dar algo”, rememoran con gracia algunos de los jugadores que le conocieron. Cuentan también que la duración de sus rezos llegó a poner nervioso a más de un entrenador. “Hoy lo hacemos rapidito, ¿eh?", le espetaba José Ramón Sandoval. “Tardaba mucho. No rezaba el padrenuestro de seguido, lo iba recitando muy lentamente”, desvelan otros exjugadores sportinguistas. “En el corrillo se juntaban todos, católicos, musulmanes o ateos, y rezaba quien quería”, apostillan.
Fueyo también se encarga de organizar una visita a Covadonga para ofrecer a La Santina un balón y una camiseta antes del inicio de cada temporada. Además, el capellán solía pasarse por las instalaciones de Mareo cuando el equipo se concentraba allí. Si el Sporting jugaba los domingos y la plantilla descansaba en su ciudad deportiva, Fueyo solía unirse a la cena en grupo del sábado. “Venía y se sentaba en la mesa de cuerpo técnico. Cenaba y se tomaba unos vinos con ellos”, relatan.

División entre la afición

La decisión de Rubí de dejar fuera al capellán ha dividido a la afición. Críticos con la directiva y con el rumbo del equipo está temporada —es decimoctavo, a cinco puntos de la salvación—, parte de la hinchada siente que ha sido otra decisión desafortunada, al menos en las formas. “Todas estas cosas repercuten en la imagen del dueño, que es el culpable. Se pueden hacer las cosas de otras formas”, asegura Jorge Guerrero, presidente de la Federación de Peñas del Sporting. “La gente está dividida. Hay mucha que cree que es lamentable, el capellán es una persona muy querida por gran parte de la afición”, añade.
Hay quienes también creen que Fueyo no ha actuado como debía. “Su postura es lamentable. Ha ido por todos los medios diciendo que no quería polémicas. Si no las quería, que no hubiera hablado”, defiende Víctor Sánchez, presidente de UNIPES, otra agrupación de peñas que no discute la decisión de Rubí: “Manda el entrenador, si él cree que lo mejor es que no se rece, hay que respetarlo. El Sporting no va a ganar por hacerlo”.

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