sábado, 16 de abril de 2022
Paul Krugman: economía y paz
Paul Krugman
Por Paul Krugman
Es columnista de Opinión.
Read in English
El 12 de abril de 1861, la artillería rebelde abrió fuego contra Fort Sumter, y así comenzó la Guerra de Secesión de Estados Unidos. Al final, la guerra se convirtió en una catástrofe para el sur, que perdió a más de una quinta parte de sus jóvenes. Pero ¿por qué los secesionistas, del sur confederado, creían que podrían ganar?
El Times Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos. Get it sent to your inbox.
Una de las razones es que creían que estaban en posesión de un arma económica poderosa. La economía del Reino Unido, la principal potencia mundial en ese momento, dependía profundamente del algodón del sur, y pensaron que cortar ese suministro obligaría al Reino Unido a intervenir del lado de la Confederación. De hecho, la Guerra de Secesión provocó al inicio una “hambruna de algodón” que dejó sin trabajo a miles de británicos.
Pero el Reino Unido, como se sabe, se mantuvo neutral, en parte porque los trabajadores británicos interpretaron la Guerra de Secesión como una cruzada moral contra la esclavitud y apoyaron la causa de la Unión, formada por los estados del norte, a pesar de tener que padecer sus consecuencias.
ADVERTISEMENT
Continue reading the main story
¿Por qué contar esta vieja historia ahora? Porque tiene una relevancia evidente para la invasión rusa de Ucrania. Parece bastante claro que Vladimir Putin vio la dependencia de Europa —y de Alemania en particular— del gas natural ruso de la misma manera en la que los propietarios de personas esclavizadas vieron la dependencia del Reino Unido al Rey Algodón: una forma de dependencia económica que obligaría a las naciones a consentir sus ambiciones militares.
Y no estaba del todo mal. La semana pasada señalé a Alemania por no estar dispuesta a hacer sacrificios económicos por el bien de la libertad de Ucrania. No olvidemos tampoco que, en el preludio de la guerra, la respuesta de Alemania a los llamados de ayuda militar de Ucrania también fue patética. El Reino Unido y Estados Unidos se apresuraron a proporcionar armas letales, incluidos cientos de misiles antitanque que fueron determinantes para resistir el ataque de Rusia a Kiev. Alemania ofreció y tardó en entregar… 5000 cascos.
Thanks for reading The Times.
Subscribe to The Times
Y no es difícil especular que si, por ejemplo, Donald Trump todavía fuera presidente de Estados Unidos, la apuesta de Putin de que el comercio internacional sería una fuerza de coerción, no de paz, habría sido validada.
Si creen que estoy tratando de ayudar a avergonzar a Alemania para que sea un mejor defensor de la democracia, tienen razón. Pero también estoy tratando de elaborar un argumento más hondo sobre la relación entre la globalización y la guerra, que no es tan simple como muchas personas creen.
Entre las élites occidentales existe la vieja idea de que el comercio es bueno para la paz y viceversa. El esfuerzo prolongado de Estados Unidos de impulsar la liberalización del comercio, que comenzó incluso antes de la Segunda Guerra Mundial, siempre fue en parte un proyecto político: Cordell Hull, el secretario de Estado de Franklin Roosevelt, creía firmemente que los aranceles más bajos y el aumento del comercio internacional ayudarían a sentar las bases para la paz.
Editors’ Picks
Can Men Wear Leggings, Too?
A Duchess Brought Low by ‘A Very British Scandal’
The Manager
Continue reading the main story
La Unión Europea también fue un proyecto tanto económico como político. Sus orígenes están en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, que entró en vigor en 1952 con la misión explícita de hacer que las industrias francesa y alemana fueran tan interdependientes que nunca pudiera haber otra guerra europea.
Y las raíces de la vulnerabilidad actual de Alemania se remontan a la década de 1960, cuando el gobierno de Alemania Occidental comenzó a aplicar la Ostpolitik —“política del Este”—, con la que buscaba normalizar las relaciones, incluidas las económicas, con la Unión Soviética, con la esperanza de que una integración cada vez mayor con Occidente fortaleciera a la sociedad civil y encaminaría al Este a la democracia. El gas ruso comenzó a llegar a Alemania en 1973.
Entonces, ¿el comercio promueve la paz y la libertad? Sin duda lo hace en algunos casos. En otros, sin embargo, los gobernantes autoritarios más preocupados por el poder que por la prosperidad pueden ver la integración económica con otras naciones como una licencia para portarse mal, asumiendo que las democracias que tienen un sólido interés financiero en sus regímenes se harán de la vista gorda ante sus abusos de poder.
No estoy hablando solo de Rusia. Mientras Viktor Orbán ha desmantelado sistemáticamente la democracia liberal en Hungría, la Unión Europea se ha mantenido al margen durante años. ¿Qué tanto de esta respuesta endeble puede explicarse por las grandes inversiones en Hungría que han realizado las empresas europeas, y especialmente las alemanas, para reducir costos con la subcontratación?
Luego está la gran interrogante: China. ¿Xi Jinping ve la estrecha integración de China con la economía mundial como una razón para evitar emprender políticas aventureras —como la invasión de Taiwán— o como una razón para esperar que Occidente responda con sutileza? Nadie lo sabe.
Ahora bien, no estoy sugiriendo un regreso al proteccionismo. Estoy sugiriendo que las preocupaciones de seguridad nacional sobre el comercio (preocupaciones reales, no versiones absurdas como cuando Trump invocaba la seguridad nacional como razón para imponer aranceles al aluminio canadiense) deben tomarse más en serio de lo que yo, entre otras personas, solía creer.
Sin embargo, de manera más inmediata, las naciones respetuosas de la ley deben demostrar que no se dejarán disuadir para defender la libertad. Los autócratas pueden creer que la exposición financiera a sus regímenes autoritarios provocará que las democracias teman defender sus valores. Tenemos que demostrar que están equivocados.
Y lo que eso significa en la práctica es que Europa debe moverse con rapidez para eliminar las importaciones de petróleo y gas rusos y que Occidente necesita ayudar a Ucrania con las armas que necesita, no solo para mantener a Putin a raya, sino para lograr una victoria clara. Lo que está en juego es mucho más grande que solo Ucrania.
Paul Krugman ha sido columnista de Opinión desde 2000 y también es profesor distinguido en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Ganó el Premio Nobel de Ciencias Económicas en 2008 por su trabajo sobre comercio internacional y geografía económica. @PaulKrugman
La globalización ha terminado. Han empezado las guerras culturales globales
11 de abril de 2022
Putin, todo el mundo te observa
10 de abril de 2022
‘Por las noches sueño con Mariúpol’: nueve testimonios de supervivencia del asedio ruso
7 de abril de 2022
Paul Krugman has been an Opinion columnist since 2000 and is also a distinguished professor at the City University of New York Graduate Center. He won the 2008 Nobel Memorial Prize in Economic Sciences for his work on international trade and economic geography. @PaulKrugman
Give this article
More in Opinión
Image by Yoshi Sodeoka
Creemos que este es el futuro del coronavirus
9 de abril
Mario Fourmy/Redux
El hombre clave en las elecciones de Francia no está en la papeleta
8 de abril
Continue reading the main story
Wolfgang Schwan/Anadolu Agency, via Getty Images
Putin, todo el mundo te observa
10 de abril
Un trabajador camina junto a las barreras que separan los edificios de la calle durante los confinamientos por la COVID-19 en Shanghái el 30 de marzo.
Hector Retamal/Agence France-Presse — Getty Images
Cómo es estar confinada en Shanghái por la covid
7 de abril
La espera del bombardeo ruso en un refugio.
Evgeniy Maloletka/Associated Press
‘Por las noches sueño con Mariúpol’: nueve testimonios de supervivencia del asedio ruso
7 de abril
Editors’ Picks
Following her divorce from her second husband, for decades the Duchess of Argyll (played here by Claire Foy) was the subject of gossipy anecdotes and crude jokes.
Alan Peebles/Amazon Prime Video
A Duchess Brought Low by ‘A Very British Scandal’
April 15
Leggings at the Gucci “Love Parade” show in Los Angeles in 2021.
Emma Mcintyre/Getty Images For Gucci
Can Men Wear Leggings, Too?
April 15
Rebecca Hessel Cohen, the founder of LoveShackFancy, at her store in Manhattan.
Celeste Sloman for The New York Times
A Pink Parade at the End of the World
April 14
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario