PABLO BATALLA CUETO
25/03/2018 05:00 H
Lourdes Álvarez (Güeria d’Urbiés, 1961) es una de las más prolíficas y alabadas poetisas en lengua asturiana. Era, hasta este año, autora de cuatro poemarios ricos en imágenes abstractas y surreales, escritos desde la convicción de que «la poesía ye la configuración d’un mundu que por más que se separte de la realidá, intervién nel so orde, texe pente los espacios ermos d’elli el cambéu de la so naturaleza racional pola onírica y vuelve a codificar el nuevu orde mediante’l poder máxicu de les pallabres»: Aldabes del olvidu (1991), Cálices de la nueche(1992), Mares d’añil (1992) y Poesía escoyida, 1985-1997 (1997); y ahora acaba de añadir a esa lista su quinta obra, P’anular los adioses, publicado por Ediciones Trea. En esta breve entrevista, responde a preguntas sobre la fértil e interesantísima mitad femenina de la literatura asturiana, de la que asombra, dice, la mucho mayor proporción de voces femeninas que posee en comparación con otras literaturas.
-Acaba de publicar un nuevo poemario.
-Acabo de publicar y de presentar un libro de poemas con Trea titulado P’anular los adioses, sí: es el quinto libro que publico. En él hablo del paso del tiempo; del enfrentamiento al tiempo desde los nuevos ojos y la nueva perspectiva que van dándome los años. En eso estoy ahora.
-Se suele señalar que la lengua asturiana posee una literatura sorprendentemente vasta y viva para lo precaria que es la situación de la lengua en general; que el asturiano tiene una literatura que para sí quisieran algunas lenguas nacionales europeas pequeñas que sí gozan del sustento y el apoyo de una legislación favorable a su promoción y su uso. Y hay muchas escritoras mujeres.
-Sí, sí, es algo asombroso y muy inusual la correlación numérica que hay entre hombres y mujeres. En lo que respecta a la poesía, que más conozco y me interesa, de la segunda generación del Surdimientu tenemos a poetisas como Berta Piñán o Esther Prieto; de la tercera a Marta Mori, Taresa Lorences o Vanessa Gutiérrez, y ahora están surgiendo nuevas voces como las de María Díaz, Raquel F. Menéndez, Aida Escudero: mujeres muy jóvenes, nacidas en los años noventa, y que sin embargo ya tienen libros publicados.
-Hay número, calidad y relevo.
-Sí, y eso es bastante sorprendente teniendo en cuenta que la comunidad asturiana es una comunidad pequeña tanto en habitantes, como en hablantes.
-En la literatura asturiana, además, hubo mujeres escritoras desde el mismo principio, y ahí está Xosefa Xovellanos para atestiguarlo
-Sí, sí. Siempre las hubo. Antes había una cada medio siglo y en el último medio siglo ha habido muchísimas más que en toda la época anterior, pero haberlas, siempre las hubo, incluso en los momentos en que la literatura asturiana estuvo más en decadencia.
-¿A qué atribuye ese alto número de mujeres?
-Yo pienso que es muy importante el papel de la Universidad; la posibilidad que personas que en muchos casos nacimos en pueblos, y teníamos como lengua materna el asturiano, tuvimos de acceder a los estudios universitarios, que además muchas veces fueron estudios de literatura.
-Si no me equivoco, Asturias es la región española con mayor porcentaje de población universitaria.
-Sí, y eso tiene mucho que ver con esto. Y no sólo en lo que respecta a darnos una determinada amplitud de miras, sino a las relaciones sociales que la propia Universidad propicia.
-¿Hay algo que unifique de alguna manera, temática o estilísticamente, a todas estas mujeres? ¿Hay algún rasgo que se pueda señalar como distintivo de la escritura femenina, de la asturiana al menos?
-Bueno, cada una es mundo, pero la gente que ha estudiado desde fuera lo que hacemos suele señalar como distintiva, tanto de la literatura en asturiano en general como de la femenina en particular, la presencia de la casa; de la casa mirada hacia dentro y mirando hacia fuera desde ella. Ése es un elemento que nos unifica. Otro es el yo lírico, el sujeto poético, expresado en femenino. En mi primer poemario, que se publicó en 1990, yo no me expresé en femenino, porque me daba miedo, y porque la voz que conocía y que tenía como referencia era la de los hombres. Ni siquiera conocía muchas escritoras femeninas: Rosalía de Castro y poco más. Más tarde sí que di el salto a expresarme en femenino, por pureza y por coherencia; pero no era algo tan inhabitual no hacerlo así. Hoy, sin embargo, todas las poetisas lo hacen.
-¿Hay todavía alguna cosa, temática o estilísticamente, que a la literatura asturiana le falte abordar, o ya ha alcanzado la madurez definitiva tocando todos los palos y cubriendo todos los surdimientos pendientes?
-Yo pienso que sí, que todos los temas fundamentales que aborda la literatura humana están tratados ya. A partir de ahí, ya se trata de que cada cual los aborde con su lupa, con su lente particular. Hay, por ejemplo, escritores y escritoras que abordan su literatura desde la experiencia de lo rural, de su infancia o su trasfondo o su vivencia campesinos; hay otros que lo hacen desde una plena urbanidad y hay otros que hacen lo contrario de lo que vivimos muchas de las escritoras de mi generación, que nacimos en el campo y nos fuimos a la ciudad, es decir, nacer en la ciudad e irse a vivir al campo. Pero lo que son los temas base, yo creo que ya están tratados todos.
-¿Cómo está viviendo la renovada movilización en torno al asturiano y a la posible cooficialidad?
-Pues con mucha emoción, con mucha ilusión, igual que las movilizaciones feministas que últimamente vivimos; y esperando que haya suerte. Yo pienso que va a haberla; estoy muy esperanzada en que consigamos por fin la oficialidad.
-La opresión patriarcal, ¿se manifiesta también de alguna manera en el ámbito de la literatura asturiana? Usted, en tanto que escritora, ¿ha sufrido o visto a lo largo de su vida alguna clase de menosprecio, de apartamiento?
-No es un mundo especialmente machista, la literatura asturiana, y a las escritoras mujeres nos fortaleció mucho la publicación de la antología Les muyeres y los díes de la poesía asturiana contemporánea, compilada por Leopoldo Sánchez Torre. Pero sí que es verdad que no dejamos de estar dentro de un mundo patriarcal en el que, por ejemplo, cuesta más ganar premios cuando los jurados están compuestos por varones, cosa que ahora la ley está empezando a atajar a través de la obligación de la paridad. Sin esa clase de leyes, seguramente no conoceríamos a muchas escritoras jóvenes muy valiosas.
-Que la literatura asturiana esté asociada a una lengua minorizada y minoritaria, ¿la hace menos machista que lo que pueda ser el mundillo literario de una lengua como el castellano, en la medida en que, por así decir, no está la lengua asturiana para rechazar o menospreciar a nadie que haga el sacrificio de consagrar a ella su carrera literaria?
-Sí que hay un cierto hecho diferencial, sí… Lenguas como el asturiano generan una suerte de lealtad lingüística que hace que la camaradería entre quienes escribimos en ellas, hombres o mujeres, sea mayor que la que pueda haber en idiomas como el castellano. El problema, ya digo, aparece a la hora de otorgar premios. Los hombres tienden a pensar en hombres, y costó mucho que empezaran a pensar también en mujeres. Ahora, y desde 2007, en los premios de la Consejería de Cultura empiezan a verse cada vez más ganadoras femeninas, pero es consecuencia de que se empezaran a hacer jurados más paritarios.
-El hecho de que escribir en asturiano ya sea un acto reivindicativo per se, ¿hace a quienes lo emprenden más sensibles a otras reivindicaciones, como la feminista?
-Hombre, no sé, eso no lo veo tan claro… Depende un poco de la generación. A compañeros de generaciones posteriores a la mía, yo sí los veo mucho más sensibles a la potencia y a la calidad de la literatura femenina y de lo femenino en general, pero a eso contribuyeron mucho iniciativas como la de Sánchez Torre, que rompió muchos estereotipos. Antes de eso, no sé qué decirte.
-¿Siente, en tanto que escritora en asturiano, que su trabajo, que el trabajo de los literatos asturianos en general, contribuyó de forma importante a dignificar la lengua asturiana, en la medida en que demostró que el asturiano era una lengua tan apta para hablar de cosas elevadas y expresar la alta cultura como cualquier otra; que le demostró a gente que creía que el asturiano era un dialecto rural que era una lengua de pleno derecho?
-Sí, creo que sí, que la literatura fue un espaldarazo para la lengua, porque demostró en ámbitos que no eran el lingüístico ni el sociológico que un escritor en asturiano podía compartir mesa con un escritor en castellano o en portugués o en catalán y poner sobre ella la misma altura; la misma calidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario