Me dejaron entrar a ver esta película. Una semana mas tarde me leí la novela. Me obligué a escribir un texto teatral. Los personajes los tenía entre los vecinos de Lugo de Llanera a Oviedo. El primer personaje lo tomé de la mujer que todos los lunes subía en el tranvía en la parada del Pontón de Vaqueros. Me llamaba la atención que los jueves compartía mesa con un señor de pelo y bigote gris en el Café Astoria cuando yo lo hacía con el abuelo.
Pronto le pregunté quien era él y la relación que mantenía con ella. Tras responderme con detalle propio entre adultos, me preguntó qué anotaba en la libreta de piel negra. Me preguntó para qué. Tomé una versión de la película. Me dijo: "Ten cuidado en no confundir la ficción con la realidad". Bueno, no confundo los casos del inspector Maigret ni a Georges Simenon con los asesinatos amarillos de nuestra familia, como ya hemos comentado. Bueno, bueno, no hables de ello con tu madre. No abuelo, ella me dice que la reina sabe defenderse en el ajedrez.
Desde que mi hija Laura me montó el blog, la novela tiene otra estructura. Laura, la gente confunde personajes con personas.
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