La discapacidad no es reconocible por el discapacitado.
Las consecuencias de la discapacidad provocan la ENVIDIA.
La envidia hace para hacer al otro ( ).
La envidia tiene como fin el aislar socialmente al envidiado para que no se le reconozca la capacidad envidiada.
Con el tiempo, el envidioso, el injuriador, es reconocible y termina aislado en la propia red tejida por él.
Si el injuriador es un hombre de talanquera, no descubre nunca el lugar que ocupa su pueblo. No sale de la talanquera en busca de su injuriador. Tiene foso a su alrededor y vías de aporte y de drenaje.
Ya solo queda esperar hasta ver arrodillarse al otro, al injuriador, al envidioso.
Ya solo queda aguantar en silencio hasta ver arrodillado al envidioso injuriador.
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