GRANDES HISTORIAS MIRADA HISTÓRICA
Aquel octubre en que se proclamó el Estado Catalán y duró 10 horas
Esta semana el Parlament presentó una proposición de ley con el fin de anunciar la consulta el próximo 1 de octubre. Un 6 de octubre de 1934 los termómetros marcaban 24 grados, pero la calle ardía. El presidente de la Generalitat, Lluis Companys, anunció desde el balcón que asumía todas las facultades del poder en Cataluña. Y acabó en la cárcel.
@jesusnjurado
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Es sábado 6 de octubre de 1934. Domina el buen tiempo en Barcelona. Marcan 24 grados los termómetros. Por 1.230 pesetas, las agencias de viajes organizan un viaje a la Rusia que conmemora los 17 años de la Revolución bolchevique. Desde la proclamación ayer, viernes 5, de la Huelga Revolucionaria de los socialistas en todo el territorio nacional, en la capital barcelonesa hay una calma tensa. A la Huelga Revolucionaria contraria al gobierno de Lerroux con la CEDA se ha sumado la "Alianza Obrera de Cataluña", más todo ese clima reivindicativo que vive la región catalana a resultas de la "Llei de Contractes de Conreu", aprobada por la Generalitat y tumbada por la República.
A pesar de que la CNT, referente en el arte de tomar las calles, no forma parte de estas algaradas revolucionarias, durante toda la jornada de ayer ha habido una actividad especial en la plaza de Sant Jaume. El alcalde de Barcelona, Carles Pi i Sunyer, ha recorrido incansablemente los adoquines que separan los escasos 75 metros que hay entre el Palacio de la Generalitat y el edificio del Ayuntamiento.
La Huelga Revolucionaria, la situación en Asturias, aumentan el desasosiego en la capital. Gaziel, director de La Vanguardia, ha pedido que "la Generalitat abandone para siempre el vicio de ser guerrera" y que "con inteligencia" los catalanes sean "los amos, los regeneradores de España". Y ayer mismo en la zona de Tallers y del Carmen se han estacionado algunos guardias de asalto con objeto de disuadir y disolver "los grupos de comentaristas" apostados en Las Ramblas y en otras zonas urbanas susceptibles de concentración y algaradas.
Ha habido escaramuzas que tampoco merecen más reseña que un mensaje radiofónico emitido por el alcalde solicitando que no se pongan trabas al abastecimiento de "la capital" y "el ejercicio de los servicios públicos más esenciales". El regidor barcelonés Pi i Sunyer, en una de esas tantas visitas a la Generalitat, ha reiterado a Companys su más absoluta adhesión. También este viernes, el president Companys ha lanzado por la radio otra parrafada en la que afirma comprender "los impacientes anhelos", para lo que pide recabar "la confianza del pueblo nacionalista y republicano de Cataluña".
Añade que "es necesario abstenerse de violencias que el Gobierno se vería en el doloroso deber de reprimir". Ante la insistencia de los periodistas, que daban por hecho la proclamación inmediata de una confirmación pública que proclamase el Estado Catalán en vista de las reuniones que ha venido manteniendo con sus consejeros, Companys ha comentado misterioso: "No sé a que documentos se refiere usted. Pero, desde luego, he redactado bastantes en mi vida".
"Bando de guerra del general Batets"
Pero hoy, día 6, desde primera hora, el palacio de la Generalitat es un hervidero de rumores. Ya se conoce el bando de guerra emitido por el general Batet a todas las comandancias militares de Cataluña. En los grupos de informadores que brujulean por la Plaza de Sant Jaume, incluso por las zonas más concurridas del Palacio de la Generalitat, se da como hecho consumado que en breve se va a proclamar la República catalana.
Hay quien dice, en estos mismos corrillos, que desde la Generalitat se ha parlamentado con Azaña o con Maura y que la República catalana se integrará una suerte de federación ibérica. A las 11.30 vemos llegar al señor Dencàs, consejero de Gobernación que unas horas más tarde va acabar huyendo por el sistema de alcantarillado. Su rictus es un verdadero poema y no contesta a ninguna pregunta de la prensa, deseosa de entender al menos las claves más básicas de lo que está sucediendo. Mantiene una reunión tensa con Companys, y al término de esta, con evidentes gestos de mal humor, el president Companys abandona el edificio de la Generalitat en un coche oficial en el que ya no ondea la enseña tricolor de la República española.
A las cinco de la tarde van llegando al palacio de la Generalitat los consejeros y los miembros de las distintas comisiones. No permiten que la prensa vaya más allá de una zona acotada en la galería gótica. Hora y media después, los consejeros retornan a sus despachos respectivos: en esa reunión ya se ha tomado el acuerdo de "proclamar el Estado catalán y ofrecer refugio al Gobierno provisional de la República federal española en el territorio catalán, hasta que las circunstancias le permitan instalarse en la capitalidad del Estado". En torno a las siete menos quince minutos, Companys da orden a los Mossos de Esquadra para que se desalojen a los informadores del Palacio de la Generalitat.
El general Domènec Batet, militar tarraconense católico, con una cierta sensibilidad catalanista y absuelto de haber participado en la 'sanjuanada' contra la dictadura de Primo de Rivera, acude al bello edificio gótico de la "Casa dels Canonges", contiguo al palacio de la Generalitat, y residencia oficial del President al que se accede por un bello puente con ventanales que salva el exterior del Barrio Gótico. Companys y Batet apenas parlamentan unos minutos en los cuales el general le hace saber al President que tiene órdenes gubernativas de proceder, en caso de sedición o alzamiento, con todo el peso del fuero militar, así como que ha dispuesto efectivos de artillería pesada en la zona de Montjuich.
"Viva el estado catalán"
La Cataluña, la Barcelona que desconoce estos encuentros entre bambalinas no es suficientemente consciente de la gravedad de la situación; los periodistas sacan punta a los relatos que pueden establecer entre los bandos que se han transmitido por vía telefónica y los rumores con mayor credibilidad.
Son las 19.30 del sábado cuando Josep Dencàs, consejero de Gobernación con ciertas querencias filofascistas, retorna a la Generalitat escoltado por directivos de de «Estat Cátala» y de Alianza Obrera, pidiendo la proclamación inmediata del Estado catalán federal, enardecido por una frenética energía. Pocos minutos después, ante una plaza abarrotada de gentes excitadas, algunas portando armas, Dencàs no cesa en gritos a favor de la República catalana.
A un gesto de Companys pidiendo la palabra, cesa el ardor mitinero de Dencàs, el president toma un segundo, mira al cielo, y da lectura al manifiesto que instantes antes le ha facilitado un miembro del séquito del Consejero de Gobernación. El reloj marca las 20 horas y 11 minutos:
"Catalanes: Las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a esta parte pretenden traicionar la República, han logrado su objetivo y han asaltado el Poder.
Los partidos y los hombres que han hecho públicas manifestaciones contra las menguadas libertades de nuestra tierra, los núcleos políticos que predican constantemente el odio y la guerra a Cataluña, constituyen hoy, el soporte de las actuales instituciones.
Los hechos que se han producido, dan a todos los ciudadanos la clara sensación de que la República en sus fundamentales postulados democráticos, se encuentra en gravísimo peligro. Todas las fuerzas auténticamente republicanas de España y los sectores sociales avanzados, sin distinción ni excepción, se han levantado en armas contra la audaz tentativa fascista.
La Cataluña liberal, democrática y republicana, no puede estar ausente de la protesta que triunfa por todo el país, ni puede silenciar su voz de solidaridad con los hermanos, que, en las tierras hispanas luchan hasta morir por la libertad y por el derecho. Cataluña enarbola su bandera y llama a todos al cumplimiento del deber y a la obediencia absoluta al Gobierno de la Generalidad, que desde este momento, rompe toda relación con las instituciones falseadas.
En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en Cataluña, proclama el ESTADO CATALÁN de la República Federal Española y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña, el Gobierno provisional de la República, que hallará en nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República Federal libre y magnífica.
El Gobierno de Cataluña estará en todo momento en contacto con el pueblo. Aspiramos a establecer en Cataluña el reducto indestructible de las esencias de la República. Invito a todos los catalanes a la obediencia al Gobierno y a que nadie desacate sus órdenes. Con el entusiasmo y la disciplina del pueblo, nos sentimos fuertes e invencibles. Mantendremos a raya a quien sea, pero es preciso que cada uno se contenga sujetándose a la disciplina y a la consigna de los dirigentes. El Gobierno, desde este momento, obrará con energía inexorable para que nadie trate de perturbar ni pueda comprometer los patrióticos objetivos de MI actitud.
Catalanes: La hora es grave y gloriosa. El espíritu del presidente Maciá, restaurador de la Generalidad, nos acompaña. Cada uno en su lugar y Cataluña y la República, en el corazón de todos.
Viva la República y Viva la Libertad".
Después de que la multitud congregada a los pies del balcón de la Generalitat haya roto en vítores y aplausos al Estado Republicano Catalán, miembros de "Estat Catalá" pretenden arriar su bandera (la estelada) junto a la senyera, un gesto por el que son reprendidos desde el mismo balcón, y se les exige "disciplina" para el President.
Dentro de la República Federal
Terminada la concentración multitudinaria en la Plaza de Sant Jaume, y ya proclamado a viva voz el Estado Catalán dentro de esa "República Federal" española, "libre y magnífica", los historiadores convienen en un dato significativo, y es que Companys se ha negado a entregar armas a los sindicalistas. Cuentan también que fuera de micrófono, con el rictus grave, Companys ha mascullado una expresión ilustradora: "Ara ja no direu que no sóc prou catalanista" (que no digan ahora que no soy suficientemente catalanista).
Una vez venteado el Estado Catalán dentro de una inexistente República Federal Española, Companys se pone otra vez en contacto con el propio general Batet, capitán general de Cataluña y general en jefe de la IV División Orgánica radicada en Barcelona. Companys le pide a Batet fidelidad tanto a él como a "la República federal" que acaba de proclamar. En vista de esta orden, Batet parlamenta con Pérez Farrás, responsable del Cuerpo de los Mossos de Escuadra, y Farrás le advierte que sólo va a obedecer al presidente de la Generalidad.
Entonces Batet contacta con Lerroux y, siguiendo el mandato, avisa de la inmediata proclamación del estado de guerra en virtud de la "Ley de Orden Público de 1933" la cual establece que "si la autoridad civil no pudiera dominar en breve término la agitación y restablecer el orden" (...), "el mando supremo" lo detentará "la autoridad militar". Un estado de guerra del que fue alertada la ciudad, ayer, día 5, en el caso de que se produjeran acciones sediciosas.
En previsión de tumultos y barricadas afines a Companys tras la proclamación del Estado de Guerra, por toda la ciudad se reparten grupos de resistencia a la autoridad militar. A las 22.00 horas se han escuchado disparos en la Plaza de San Jaime. En esos mismos momentos, destacados miembros de ERC, apoyados por voluntarios, se hacen fuertes en la Comisaría de Orden Público. Cien "Mossos d´Esquadra" a las órdenes de Pérez Farrás vigilan la sede de la Generalitat.
Por otra parte, la Alianza Obrera moviliza a 400 en hombres en la Vía Layetana. También el PSOE y otras fuezas políticas dispondrán de similares efectivos. A las 22.30 el Ayuntamiento barcelonés firma una proposición donde muestra "su adhesión al Presidente y al Gobierno de Cataluña", ante la proclamación del Estado Catalán dentro de la República Federal Española.
Companys se rinde
En torno a las 23.00 horas de la noche, una batería del regimiento de artillería, escoltada por una compañía de Infantería, lee en las calles el bando de proclamación del estado de guerra. Inmediatamente se inicia un tiroteo en el que fallece un sargento y quedan malheridos siete militares. En respuesta, el ejército lanza cargas de artillería contra el local del CACDI (Centre Autònom de Depenents del Comerç i la Indústria) donde fallecen Manuel González Alba, Amadeu Bargina y Jaume Compte, entonces dirigentes del Partit Català Proletari. Tras la refriega, a la una y treinta y cinco minutos de la madrugada, se produce la rendición.
Se sabe que Batet tiene órdenes del ministro de la Guerra de atacar, aunque con los reportes que va recibiendo, y sabiendo que en breve puede tener controlada la situación, opta por dejar que pasen los minutos y llegue la rendición de Companys, que se hace efectiva a las seis de la mañana del 7 de octubre. Por el uso de la mínima violencia posible, por la templanza y el dominio de la situación, a Batet se le concederá, posteriormente, la Laureada de San Fernando.
Una hora después, a las 7 de la mañana, el ejército republicano penetra en el Palacio de la Generalitat y detiene a Companys, Tarradellas, Antoni Xirau, Joan Casanellas, Estanislau Rui y al presidente del parlamento, Joan Casanovas. Ya en el edificio del Ayuntamiento, las tropas gobernativas arrestan al alcalde, Pi y Sunyer, y a los concejales de ERC allí presentes. Todos los detenidos son confinados en el buque Uruguay, en el puerto de la ciudad condal. Y la imagen del gobierno de la Generalitat tras los barrotes dará la vuelta al mundo.
Entretanto Barcelona vuelve a la normalidad. La crisis se ha llevado por delante la vida de 70 personas según algunas fuentes, 74 según otras, a las que hay que sumar los más de 250 heridos. En el ya citado buque 'Uruguay' y en otras embarcaciones, como el 'Cádiz', reconvertidos en cárceles, son detenidas cerca de 3.000 personas, incluido el propio Manuel Azaña que en esas fechas estaba en Barcelona por asuntos personales (los funerales de su antiguo jefe de gabinete), aunque en la instrucción judicial de la causa 81/1934, de 448 folios, se reflejará que Azaña se encontraba en la capital catalana reunido en el Hotel Colón con treinta miembros de "Esquerra". La prensa encontrará en la estancia de Manuel Azaña en Barcelona un potente justificador de sus ataques, y en la mañana del 7 de octubre, el ABC de Madrid reporta que Manuel Azaña "ha excitado a los catalanes a ponerse en pie de guerra" haciéndose eco de una intervención radiada en pleno fragor del 6 de octubre.
En los penales de Cartagena y el puerto
El Estado Catalán ha durado 10 horas. Se ha comprobado algún impacto de artillería contra el Palau de la Generalitat. Aunque el estado de guerra se levantará en abril del 35, los líderes militares de la "insurrección", Pérez Farrás, Escofet y Ricart serán condenados a muerte, aunque su pena fuera conmutada más tarde gracias a la intervención magnánima del presidente de la República, Alcalá Zamora, y a pesar de las protestas de la CEDA. El Gobierno de la Generalitat en pleno fue encarcelado en los penales de Cartagena y de El Puerto de Santa María (donde recaló Companys).
Companys fue condenado a 30 años de prisión e inhabilitación por el Tribunal de Garantías Constitucionales el 6 de junio de 1935, junto a los miembros de su Ejecutivo; no obstante, sería liberado gracias a la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. Muy poco después, el 1 de marzo de 1936, el propio Companys, amigo de infancia del anarcosindicalista Salvador Seguí, "el noi del Sucre", volvería a subir a la balconada de una restaurada Generalitat para exclamar: "Recogemos las lecciones de la experiencia, volveremos a sufrir, volveremos a luchar y volveremos a ganar. Difícil es la labor que nos aguarda; pero os digo que estamos seguros de nuestras fuerzas, que nos llevará hacia adelante por Cataluña y por la República."
129 ayuntamientos suspendidos
Más allá de las responsabilidades penales derivadas de los sucesos de este "Sis d´Octubre', el Ejecutivo de Lerroux (el Emperador del Paralelo) va a acometer una dura política represiva contra los sindicatos catalanes, contra los periódicos catalanistas, movida por un furor represivo del que Lerroux ya ha dado muestras. 129 ayuntamientos catalanes gobernados por la izquierda son suspendidos. Una ley aprobada en diciembre con el sello de la CEDA suspende también el autogobierno catalán.
La Generalitat se sustituye por un Consejo de la Generalidad, limitado, presidido por Francisco Jiménez Arenas y, posteriormente, por Portela Valladares o por el radical Juan Pinch y Pon. De esta Generalitat descafeinada, a la que poco a poco se le fueron devolviendo competencias excepto las de orden público, acabaron formando parte algunos miembros de la Lliga tachados por muchos de "anticatalanistas" en el imaginario previo a la Guerra Civil. La Generalitat no sería completamente restaurada en sus funciones hasta la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero del 36, pero esa es ya otra historia.
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