viernes, 28 de abril de 2023
Elogio de la simpatía
Elogio de la simpatía
23 AGOSTO 2020
Para Pico della Mirandola, amor y conocimiento se acompañan, pues no puede amarse lo que se desconoce y no puede buscarse lo que de algún modo no se ama
by Juan Arnau Navarro
Varón de ingenio eficaz y multiforme, dispuesto a experimentar todas las corrientes espirituales que salieran a su encuentro, por recónditas o exóticas que fueran, Pico della Mirandola fue el prototipo del humanismo renacentista. Bello, distinguido, estudioso y viajero infatigable, vivió intensamente y murió en extrañas circunstancias con apenas 31 años. Sus dotes intelectuales (poseía una extraordinaria memoria) le hicieron alimentar una ambición secreta: conciliar todas las filosofías. Con 14 años ingresa en la Universidad de Bolonia, con 16 rapta a la gentil Margarita de Medici, a la que al poco tiempo devuelve haciendo gala de su exquisita educación. Cultiva el amor cortés, compone poemas, frecuenta a Marsilio Ficino y al poeta Angelo Poliziano, que se convertirá en amigo de por vida. Tras estudiar filosofía griega, árabe y judía, el hermetismo y la magia oracular de órficos y caldeos, convoca en Roma el primer congreso mundial interfilosófico. Una disputatio abierta a pensadores de tolas las procedencias. Escribe para la ocasión las Novecientas conclusiones de todas las clases de ciencias, donde recoge tesis filosóficas, cabalísticas y teológicas. Acaba de cumplir 24 años y busca una pax philosophica, como hará después Leibniz. Su arsenal, 400 tesis entre Platón, Aristóteles, escolásticos, averroístas, neoplatónicos, árabes, pitagóricos, herméticos, cabalistas (47 de mística judía), oráculos délficos y caldeos, y otras 500 tesis propias. Todo ello para mostrar que están de acuerdo en lo esencial.
Redacta una alocución inaugural para el congreso que se convertirá en el texto más importante del Renacimiento. Pero el simposio no llega a celebrarse y concluye antes de empezar con la condena pontificia. Siete de sus tesis se declaran heréticas y seis sospechosas de serlo. Huye a Francia y finalmente es encarcelado. Rodrigo de Borgia lo redime y se refugia en la Florencia de los Medici. Lorenzo el Magnífico le cede una villa en Fiesole, donde redactará sus comentarios a los Salmos y el Heptaplus, una interpretación jugosa del Génesis. En sus últimos años se retira con el dominico Savonarola, promotor de las hogueras de las vanidades, donde se invitaba a los ciudadanos a arrojar libros licenciosos y objetos de lujo o superfluos. En 2007 se desenterraron los cuerpos de Pico y Angelo, que yacían en el convento de San Marcos de Florencia. Se encontraron restos de arsénico en ambos. Los investigadores sospechan que murió envenenado, víctima de las disputas entre el poder papal, los Medici y radicales como Savonarola.
Se ha dicho que el Renacimiento, más que una época, fueron unos cuantos espíritus libres (Leonardo, Pico, Miguel Ángel, Erasmo), que crearon una atmósfera que ensanchó el espectro de los motivos y las investigaciones, nutriéndose de tradiciones hasta ese momento olvidadas. Fue posible gracias a los mecenas, que permitían trabajar al margen del escolasticismo (esa especie de nepotismo intelectual) y de la uniformización del pensamiento que imponen las instituciones. Pico ha conocido en Bolonia el derecho, en París la escolástica, en Padua la filosofía de Averroes y el aristotelismo, en Florencia el platonismo de Ficino, en Ferrara la mística judía de Elia del Medigo, en el convento de San Marcos la devoción de Savonarola (le enseñará que vale más amar a Dios que conocerle, y que sin ese amor no se lo encuentra). Un impulso arrollador de estudio y aprendizaje que pretende revivir la historia entera del pensamiento (fuera quedan China y la India).
¿Qué es el hombre para Pico? El hombre es el engarce entre el cosmos y Dios, esa es su dignidad. Necesita a ambos: orden y orientación. Respecto al cosmos, Pico asume el esquema neoplatónico. El universo sigue un curso circular en el que coinciden el primer principio y el último fin. Como en la vida humana, la primera fase es de expansión, la segunda de recogimiento. Primero, fabricarse un ego; luego, desmontarlo, cuando el magnetismo de lo divino (la gravedad de la gracia) se sienta con más fuerza, cuando la multiplicidad ansíe retornar al Uno. Ese cosmos, donde todo está vivo, tiene tres niveles. El mundo inmaterial de los significados, más allá de los astros. El mundo aéreo de la imaginación (reminiscencia del mundo imaginal de los sufíes), desde el cual se mueve la materia y donde se producen las visiones que rigen los deseos. Y el mundo sublunar, donde se concreta y manifiesta lo que se cuece en el anterior. Los tres mundos son complementarios.
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