LIBRO I
Musas que ilustráis con vuestros cantos, venid de la Pieria, y loando a vuestro Padre Zeus,
decid cómo los hombres mortales son desconocidos o célebres, irreprochables o cubiertos de oprobio,
por la voluntad del gran Zeus. Porque eleva y derriba fácilmente, abate con facilidad al hombre
poderoso y fortalece al débil, castiga al malo y humilla al soberbio, Zeus que truena en las alturas y
habita las moradas superiores.
¡Escucha, oh hombre que oyes y ves todo, y conforma nuestros juicios a tu justicia! Por lo que a
mí respecte, procuraré decir a Perses unas cuantas verdades.
No hay una causa única de disensión, sino que hay dos sobre la tierra: la una digna de las
alabanzas del sabio, la otra censurable. Obran en sentido diferente. Una es funesta; excita la guerra
lamentable y la discordia, y ningún mortal la ama; pero todos le están sometidos necesariamente por
la voluntad de los Inmortales. En cuanto a la otra, la oscura Nix la parió la primera, y el alto Cronida
que habita en el eter la situó bajo las raíces de la tierra para que fuese mejor con los hombres, pues
excita al perezoso al trabajo. En efecto, si un hombre ocioso mira a un rico, se apresura a labrar, a
plantar, a gobernar bien su casa. El vecino excita la emulación del vecino, que se apresura a
enriquecerse, y esta envidia es buena para los hombres. Con él, el alfarero envidia al alfarero, el
obrero envidia al obrero, el mendigo envidia al mendigo y el aeda envidia al aeda.
¡Oh Perses! retén esto en tu espíritu: que la envidia, que se regocija de los males, no desvíe tu
espiritu del trabajo, haciéndote seguir los procesos y escuchar las querellas en el ágora. Hay que
conceder poca atención a los procesos y al ágora cuando no se ha amontonado en la casa, durante la
estación, el sustento, presente de Demeter. Una vez saciado, entablarás, si quieres, procesos y
querellas a las riquezas de los otros; pero entonces no te será ya permitido obrar así. Terminemos,
pues, el proceso con juícios rectos, que son dones excelentes de Zeus; porque recientemente hemos
repartido nuestro patrimonio, y me has arrebatado la mayor parte, con el fin de inclinar en tu favor a
los reyes, esos devoradores de presentes, que quieren juzgar los procesos. ¡Insensatos! No saben
hasta qué punto la mitad a veces vale más que el todo, y hasta qué punto son un gran bien la malva y
el asfodelo. Los dioses, en efecto, ocultaron a los hombres el sustento de la vida; pues, de otro modo,
durante un solo día trabajarías lo suficiente para todo el año, viviendo sin hacer nada. Al punto
colgarías el mango del arado por encima del humo, y pararías el trabajo de los bueyes y de las mulas
pacientes. Pero Zeus ocultó este secreto, irritado en su corazón porque el sagaz Prometeo le había
engañado. Por eso preparó a los hombres males lamentables, y escondió el fuego que el excelente
hijo de Yapeto robara en una caña hueca abierta para dárselo a los hombres, engañando así a Zeus
que disfruta del rayo. Entonces, Zeus que amootona las nubes dijo indignado:
www.ladeliteratura.com.uy
¡Yapetionida! Más sagaz que ninguno, te alegras de haber hurtado el fuego y engañado a mi
espíritu; pero eso constituirá una gran desdicha para ti, así como para los hombres futuros. A causa
de ese fuego, les enviaré un mal del que quedarán encantados, y abrazarán su propio azote.
Habló así y rió el Padre de los hombres y de los dioses, y ordenó al ilustre Hefesto que mezclara
en seguida la tierra con el agua y de la pasta formara una bella virgen semejante a las diosas
inmortales, y a la cual daría voz humana y fuerza. Y ordenó a Atenea que le enseñara las labores de
las mujeres y a tejer la tela; y que Afrodita de oro esparciera la gracia sobre su cabeza y le diera el
áspero deseo y las inquietudes que enervan los miembros. Y ordenó al mensajero Hermeas, matador
de Argos, que le inspirara la impudicia y un ánimo falaz. Ordenó así, y los aludidos obedecieron al rey
Zeus Cronión. Al punto, el ilustre Cojo de ambos pies, por orden de Zeus, modeló con tierra una
imagen semejante a una virgen venerable; la diosa Atenea la de los ojos claros la vistió y la adornó;
las diosas Cárites y la venerable Pito colgaron a su cuello collares de oro; las Horas de hermosos
cabellos la coronaron de flores primaverales; Palas Atenea le adornó todo el cuerpo; y el Mensajero
matador de Argos, por orden de Zeus retumbante, le inspiró las mentiras, los halagos y las perfidias; y
finalmente el Mensajero de los dioses puso en ella la voz. Y Zeus llamó a ésta mujer Pandora, porque
todos los dioses de las moradas olímpicas le dieron algún don, que se convirtiera en daño de los
hombres que se alimentan de pan
Tras de acabar esta obra perniosa e inevitable el Padre Zeus envió hacia Epimeteo al ilustre
Matador de Argos, veloz mensajero de los dioses, con ese presente; y Epimeteo no pensó en que
Prometeo le había recomendado que no aceptara nada de Zeus Olimpico y le devolviera sus
presentes, para que no trajesen desgracia a los mortales. Y aceptó el obsequio y no sintió el mal hasta
después de haberlo recibido.
Antes de aquel día, las generaciones de hombres vivían sobre la tierra exentas de males, y del
rudo trabajo, y de las enfermedades crueles que acartean la muerte a los hombres. Porque ahora los
mortales envejecen entre miserias.
Y aquella mujer, levantando la tapa de un gran vaso que tenía en sus manos esparció sobre los
hombres las miserias horribles. Únicamente la Esperanza quedó en el vaso, detenida en los bordes, y
no echó a volar porque Pandora había vuelto a cerrar la tapa por orden de Zeus tempestuoso que
amontona las nubes.
Y he aquí que se esparcen innumerables males entre los hombres, y llenan la tierra y cubren el
mar; noche y día abruman las enfermedades a los hombres, trayéndoles en silencio todos los dolores
porque el sabio Zeus les ha negado la voz. Y así es que nadie puede evitar la voluntad de Zeus.
Pero, si quieres, oh Perses, te diré otras palabras buenas y sabias; retenlas en tu espíritu.
Cuando al mismo tiempo nacieron los dioses y los hombres mortales, primero los Inmortales
que tienen moradas olímpicas crearon la Edad de Oro de los hombres que hablan
No hay comentarios:
Publicar un comentario