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SOMATÉN DE CATALUÑA
(REGIONAL CATALUÑA)
Un fenómeno paralelo al producido, primero, en Castilla y, posteriormente, en Navarra y Aragón, se produjo en Cataluña con el Somatén, como versión especial de las Hermandades. Posiblemente nos ha llegado un tanto deformado tan peculiar comportamiento social para combatir los males comunes, ya sean problemas de delincuencia, calamidades públicas o actuaciones dentro del entorno marcial, por tratarse de contiendas preferentemente internas y, en ocasiones, contra la vecina Francia.
El toque de "apellido" o Somatén, no ha sido solamente costumbre en la Corona de Aragón, no obstante, es donde más arraigo tuvo este hábito, si nos concretamos al Principado. De aquí que la voz Somatén se identifique con Cataluña, donde desde sus comienzos hasta el siglo XVIII, fue el único sistema para hacer frente al crimen y al delito, bajo unos esquemas ligeramente similares a los de Castilla.
En los comienzos del siglo IX, tanto Carlomagno como luego Luis I el Piadoso de Francia, crearon los condados pirenaicos de Barcelona, Gerona, Ausona, Ampurias, Urgel y otros más, hechos importantes que coinciden con el desarrollo del feudalismo carolingio. Los "hispanos" -como en Francia se conocía a los catalanes- gozaron de privilegios, como el de encomendarse a los "comes" o condes, gobernadores militares a los que se les exhortaba y empleaba en empresas bélicas. De estas obligaciones quedaban libres, a cambio de tributos, iglesias y cenobios. La dignidad del conde no era nada estable, por depender del marqués correspondiente que los podía sustituir a voluntad. Cataluña siguió en esta época Una dependencia estrechamente francesa, hasta Wifredo el Velloso, hijo de Seniofredo de Urgel, a quien se le atribuye más que se le reconoce, una postura independiente. Pero Wifredo se aseguró el dominio personal de las zonas de Vich, Ripoll y Monserrat, aglutinó los condados de Barcelona, Gerona y Ausona, y su dignidad electiva de conde la transformó en hereditaria de hecho, aunque de derecho no se reconocería hasta el tratado de Corbeil, en 1258. En opinión de Vicens Vives, en este tipo de feudalismo no existió jerarquización hasta el siglo XI, de ahí que pueda conceptuarse como atípico.
En 1058, Ramón Berenguer I el Viejo publicó un primer "Usatge", por el que se establecía el nuevo derecho de la "Paz y Tregua", pues no era suficiente "la del poder, mediante juicios civiles o causas criminales, para salir en defensa de los derechos sociales menoscabados, ora lo fuesen por el Rey o sus oficiales, ora por un simple ciudadano". Se entendió, pues, a la "Paz y Tregua" como la protección dada por el príncipe -título que libremente se autoconcedió, en 1016, el conde Ramón Borrell- en Cataluña y según ]as "leyes de la tierra". Dos tipos de "Paz y Tregua" surgieron: el primero o del Señor que establecía "la reverencia a Dios y a los Santos", por las que en días festivos, había de suspenderse toda lucha, y el segundo, o de la tierra, garantizaba los derechos del pueblo -políticos- como protección constante de día y de noche, haciendo omisión de la Iglesia y quedando la cuestión sujeta a la "fuerza de la ley y la justicia". El "Usatgei" de la "Paz y Tregua", en opinión de Coroleu, se consideró como el fuero para el mantenimiento del "orden público" establecido en el mutuo respeto de los derechos político y con la protección del Príncipe, que vale tanto como decir del propio Estado".
Otro "Usatge" importante dado por Ramón Berenguer I el Viejo, conceptuado como el primer código catalán, fue el "Princeps Namque", vigente durante varios siglos. En su virtud, el poder ejecutivo radicaba en el soberano que figuraba al frente de todas las fuerzas de la nación y todo aquel noble, barón o valvasor -vasallo de otro vasallo- que se considerase apto para hacer la guerra, debía acudir a su llamada, tanto para acometer al enemigo como para defenderse de él. La llamada se hacía al grito de "Via fora", o "Viafos", esto es, salir afuera. Con posterioridad comenzó a usarse la voz "So-metent" -somus emissus- o sea, sonido o ruido que se hace para llamar a la gente. Como procedimientos habituales para armar este ruido estaban el volteo de campanas y el "uso del cuerno" desde puntos dominantes. Durante la noche, solían encenderse fogatas en lugares elegidos de antemano. El llamamiento se hacía sólo en último extremo, como última solución ante una agresión del exterior. En suma, cuando el príncipe tenía que ponerse "al frente de su alzamiento".
Ordinariamente la voz Somatén se ha hecho derivar de las catalanas "som-atents", estar atento, prevenido o advertido; también de "al-so-amatent", literalmente, "al sonido atento". Alcover lo deriva del latín -sonum mittendo-, esto es, haciendo ruido, o rumor. José Almirante lo hace proceder de "som-atents" y da citas oriundas de los godos. La Real Academia lo define como "Cuerpo de gente armada que no pertenece al Ejército, que se reúne al toque de campana para perseguir a los criminales", y admite, por extensión, que la alocución "¡Somatén!" fue el grito de guerra de las antiguas milicias catalanas. Oterino Cervelló opina, por su parte, que lo correcto debía ser "sométent", como participio del verbo "sometre", esto es, "que somete". Los hay también que le rebuscan más que le buscan un ancestral emparentamiento con el almuédano árabe, cuando desde su alminar convocaba al pueblo para la oración, mientras otros, con decir que es voz lemosina se dan por satisfechos.
En cuanto a su origen, hay las más variadas opiniones. Desde la de Jaime Callis -Siglo XV- que le atribuye origen divino, hasta la de Almirante, quien afirma que existía entre los godos "dos géneros de llamamiento a las armas
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