Un monje italiano ya escribió sobre América a principios del siglo XIV
HALLAZGO HISTÓRICO
Galvaneus Flamma habría oído hablar en Génova de una tierra extraordinaria y desconocida situada al oeste de Groenlandia y poblada por gigantes
Más de 500 años después del descubrimiento de América nadie le quitará a Cristóbal Colón el título de descubridor. Pero el marino genovés no fue el primero en saber de la existencia de un continente desconocido. Ya se había documentado la presencia de los vikingos en Terranova, al norte de Canadá, pero ahora se ha sabido que a principios del siglo XIX, 150 años antes de que Colón pisara La Española, se tenían en Italia noticias de la existencia de una nueva tierra situada al oeste y poblada por gigantes.
Paolo Chiesa, un profesor de literatura latina medieval de la Universidad de Milán, y su equipo han dado con un manuscrito Cronica universalis atribuido a un monje dominico milanés, Galvaneus Flamma (1283 – 1345), donde se describe una tierra extraordinaria, Marckalada, situada en la zona nororiental de América del Norte, entre el océano Atlántico y el océano Glacial Ártico, más allá de la actual Goenlandia.
Primera mención del continente americano en la región mediterránea
"Esta tierra es reconocible como Markland, mencionada por algunas fuentes islandesas e identificada por los estudiosos como una parte de la costa atlántica de América del Norte", explica Chiesa en un artículo publicado en la revista académica Terrae Incognitae . Galvaneus había oído hablar de ese territorio en Génova y la suya es "la primera mención del continente americano en la región mediterránea".
Flamma escribió su Cronica universalis entre 1339 y 1345. Ahora solo se conserva una copia, realizada a finales del siglo XIV, que pertenece a un coleccionista privado, quien permitió al equipo de Chiesa estudiarla y fotografiarla. La obra está compuesta por 15 volúmenes y es en el tercero donde el monje se refiere a diversas tierras lejanas, usando fuentes como Marco Polo, e incluye esa primera mención a Markland.
"Dicen que bajo el ecuador hay montañas muy altas, donde hay asentamientos templados, posibilitados por los vientos, o por la sombra de las montañas, o por el notable espesor de las paredes, o por cuevas subterráneas en los valles. En el ecuador también hay muchas islas que son verdaderamente templadas por los ríos, o las marismas, o los vientos, o por razones que desconocemos", indica la traducción realizada por el profesor Chiesa del manuscrito en latín.
Y continua: "por una razón similar existen asentamientos debajo o alrededor del polo ártico, a pesar del frío muy intenso. Estos asentamientos son tan templados que la gente no puede morir allí: este hecho es bien conocido en Irlanda. Las razones por las que esto sucede son desconocidas para nosotros. Marco Polo habla explícitamente de esto, cuando dice que hay cierto desierto de 40 días de ancho donde no crece nada, ni trigo ni vino, pero la gente vive de la caza de aves y animales, y monta ciervos".
Flamma no tarda en hacer una primera mención a Groelandia: "Más al norte está el Océano, un mar con muchas islas donde vive una gran cantidad de halcones peregrinos y gerifaltes. Estas islas están ubicadas tan al norte que la Estrella Polar permanece detrás de ti, hacia el sur. Los marineros que frecuentan los mares de Dinamarca y Noruega dicen que al norte, más allá de Noruega, está Islandia; más adelante hay una isla llamada Grolandia, donde la Estrella Polar se queda detrás de ti, hacia el sur".
Marckalada
"En esta tierra, hay edificios con losas de piedra tan enormes que nadie podría construir con ellas, excepto enormes gigantes"
Y en describir las extrañas costumbres de lugar: "El gobernador de esta isla es un obispo. En esta tierra no hay trigo, ni vino, ni frutos; la gente vive de la leche, la carne y el pescado. Habitan en casas subterráneas y no se atreven a hablar en voz alta ni a hacer ruido, por temor a que los animales salvajes los escuchen y los devoren. Allí viven enormes osos blancos, que nadan en el mar y llevan a la orilla a los náufragos. Allí viven halcones blancos capaces de realizar grandes vuelos, que son enviados al emperador de Katai".
"Más al oeste hay otra tierra, llamada Marckalada, donde viven gigantes; en esta tierra, hay edificios con losas de piedra tan enormes que nadie podría construir con ellas, excepto enormes gigantes. También hay árboles verdes, animales y una gran cantidad de aves. Sin embargo, ningún marinero pudo saber nada con certeza sobre esta tierra o sobre sus características", añade documentando por primera vez la existencia de lo que hoy se conoce como América.