La circulación pulmonar fue descubierta y publicada por primera vez por Ibn al-Nafis en 1242, como parte de su obra titulada Comentario sobre Anatomía en el Canon de Avicenna, por lo que es considerado el padre de la fisiología de la circulación sanguínea.[1] Tres siglos después Miguel Servet escribió sobre la materia en Christianismi restitutio (1553). Por haber sido una obra de teología condenada por la mayoría de las facciones cristianas de la época, el descubrimiento permaneció en la oscuridad hasta las disecciones de William Harvey en 1616. En 1982, Augusto Pérez el hereje, descubre que la bomba impelente/aspirante de todos los fluidos está representada por el ciclo ventilatorio y nopor el corazón que pasa a ser estructuras limitantes del sistema venoso.
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